unos comicios en los que la sombra de los yihadistas seguirá presente

Irak celebra este sábado las primeras elecciones desde la derrota de Daesh

Al Abadi parte como favorito a la reelección pero tendrá que buscar aliados.

ondacero.es

Madrid |

Un elector en una cabina electoral en Irak | EFE

La población de Irak acudirá este sábado a las urnas para unas parlamentarias que serán las primeras elecciones que se celebran en el país desde que el primer ministro, Haider al Abadi, declarara en diciembre la victoria de las autoridades sobre el grupo yihadista Daesh.

Los ciudadanos iraquíes están llamados a votar en unos comicios en los que la sombra de los yihadistas seguirá presente, ya que el grupo ha amenazado con atentar contra los centros de votación y ha recomendado a los miembros de la comunidad suní que "permanezcan alejados de los mismos".

Así, el portavoz del grupo, Abú Hasán al Mojaher, destacó en una grabación que "todos los que participen en las elecciones, ya sean candidatos o votantes, son infieles y deben morir", tal y como recogió SITE Intelligence Group, un organismo especializado en hacer seguimiento a grupos terroristas.

El anuncio de Al Abadi sobre la derrota de Daesh se ha visto sucedido por un periodo de relativa seguridad, si bien los yihadistas han continuado perpetrando atentados de forma casi diaria en la capital, Bagdad, y otras zonas del país, especialmente Anbar y Kirkuk.

El número de ataques en Kirkuk ha sido tal que las autoridades de la región semiautónoma del Kurdistán llegaron a ofrecer el despliegue de los peshmerga en la provincia --en disputa con el Gobierno central-- para incrementar la seguridad de cara a las elecciones, si bien Bagdad no ha aceptado.

Sin embargo, las autoridades han incidido en que la seguridad está garantizada y han pedido a la población que acuda las urnas para intentar consolidar unas instituciones en reconstrucción después de la campaña militar de Estado Islámico y el desmoronamiento del Estado en parte del país.

La votación adelantada de los miembros de las fuerzas de seguridad tuvo lugar el jueves sin incidentes, una jornada en la que también votaron los iraquíes residentes en el extranjero.

Los comicios se celebrarán además en medio de la perenne suspicacia intersectaria en el país, donde parte de la comunidad suní es contemplada como simpatizante de Estado Islámico y esta misma comunidad mira con recelo el aumento de la influencia de las milicias chiíes, algunas de las cuales han participado en la lucha contra los yihadistas y que han sido acusadas de atrocidades contra la población civil.

En un intento por desactivar, o al menos reducir, las tensiones en este sentido, Al Abadi garantizó que aquellos desplazados por las operaciones militares contra los yihadistas podrían registrarse y votar allí donde se encuentren, después de rechazar los llamamientos de políticos suníes a favor de aplazar los comicios para permitir que los miembros de esta comunidad, residentes principalmente en las zonas más afectadas, pudieran volver a sus viviendas.

Al Abadi figura como el principal candidato a la victoria al frente del bloque Alianza de la Victoria, tras presentar su candidatura días después de que el ex primer ministro Nuri al Maliki, líder del partido Dawa, al que pertenece el primer ministro-- afirmara que concurriría a las elecciones como líder de la coalición Estado de Derecho.

Durante el acto, Al Abadi resaltó que "la Alianza de la Victoria logrará mantener el gran triunfo logrado sobre el terrorismo, honrar los sacrificios de los soldados (...) y combatir todas las formas de corrupción" y agregó que "es el momento de empezar la reconstrucción de Irak y lograr la reconciliación entre el pueblo iraquí".

El primer ministro cuenta en su haber con la victoria obtenida frente a Estado Islámico y con haber recuperado la influencia de Bagdad en parte de los territorios en disputa con el Kurdistán, una demanda sostenida desde hace años por parte de la comunidad árabe del país.

En el lado contrario, Al Maliki --quien abandonó el cargo en medio de las críticas contra él por el colapso del Ejército ante la ofensiva de Estado Islámico y la corrupción y sectarismo que caracterizaron su Gobierno-- intentará recuperar el cargo perdido en 2014, si bien en los últimos años ha mantenido su influencia política en el país y su alianza con Teherán.

El resto de candidatos chiíes son Hadi al Ameri, quien lidera la Organización Badr --aliada de las milicias principalmente chiíes Fuerzas de Movilización Popular (FMP), respaldadas por Irán--, y los influyentes clérigos Amar al Hakim y Muqtada al Sadr.

En un primer momento, Al Abadi presentó su candidatura con el respaldo de las FMP, lo que provocó críticas debido a las acusaciones contra estas milicias por atrocidades cometidas contra la población suní durante la ofensiva contra los yihadistas. Por ello, días después dio marcha atrás y se distanció del grupo.

En el caso de los candidatos suníes, las candidaturas corresponden al expresidente del Parlamento Osama al Nuyaifi, el ex primer ministro Ayad Allaui --quien concurre coaligado con el presidente del Parlamento, Salim Yaburi-- y Yamal al Karbuli, antiguo presidente de la Media Luna Roja de Irak.

Por su parte, los partidos kurdos atraviesan una grave crisis a raíz de la respuesta de Bagdad al referéndum de independencia celebrado en la región en septiembre, que se saldó con la victoria aplastante del 'sí', y el golpe a la economía que supuso las medidas de castigo como el cierre de aeropuertos y la reducción de la partida presupuestaria, al margen de la pérdida de Kirkuk.

En total están en juego 329 escaños, sin que parezca que ninguna de las candidaturas vaya a estar siquiera cerca de obtener una mayoría, lo que forzará la creación de coaliciones integradas por varias de ellas para poder sacar adelante la legislación.

El acuerdo de reparto de poder establecido tras la invasión estadounidense de 2003 y el derrocamiento de Sadam Hussein contempla que el cargo de primer ministro sea ocupado por un chií, mientras que el presidente debe ser un kurdo, y el presidente del Parlamento, un suní.

Los principales desafíos a los que harán frente las autoridades serán similares a los que existen en estos momentos: la amenaza que sigue suponiendo Estado Islámico, la recuperación económica, la reconstrucción y la reducción de las tensiones sectarias.

A pesar de los avances a nivel de seguridad y el apoyo de la coalición internacional que lidera Estados Unidos, los yihadistas han mantenido su presencia en algunas zonas en la frontera con Siria, y está por ver el impacto que puedan tener en los comicios los atentados con los que han amenazado.

Asimismo, el país hace frente ahora a la ardua tarea de iniciar la reconstrucción de las ciudades destruidas en los combates, entre ellas Mosul, la segunda más importante del país.

Recientemente, los gobiernos de Irak y Emiratos Árabes Unidos (EAU) firmaron junto a la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) un acuerdo para la reconstrucción de patrimonio histórico en Mosul, siendo el proyecto más destacado el de la mezquita de Al Nuri, destruida en 2017 y desde la que el líder de Estado Islámico, Abú Bakr al Baghdadi, proclamó su 'califato'.

Esta reconstrucción va al hilo de la recuperación económica en el país, golpeado por los muchos años de conflicto y desestabilización desde la época de Husein, así como por una corrupción prácticamente endémica que ha lastrado los intentos de relanzar Irak desde la caída del régimen en 2003.

Por otra parte, la recuperación de los lazos con el Kurdistán, clave para la estabilidad del país, parece haberse iniciado con la reapertura de los aeropuertos y la disposición a retomar las conversaciones sobre asuntos bilaterales en el marco de la Constitución del país. La normalización de la confianza es uno de los pilares fundamentales para la estabilidad de Irak.