Lo han bautizado como "siente el abrazo de la naturaleza". Explican las autoridades forestales de la isla, que la falta de afecto humano por la carencia de abrazos puede sustituirse por el gesto de abrazar árboles y anima por tanto a sus ciudadanos a que acudan al bosque, siempre en grupos de no más de 20 personas y separadas por los dos metros de rigor, para localizar el árbol al que deseen abrazar.
Es la manera, aseguran, de combatir el aislamiento social. Y se apoyan en estudios de psicólogos locales que aseguran que pasar tiempo en el bosque es beneficioso para la salud, combate el estrés y, viniéndose arriba, afirman que baja la presión arterial y mejora las defensas.
Tampoco desprecian el efecto del ridículo. Reconocen que abrazar a un árbol es un desafío para uno mismo porque causa risa y la risa es buena.
Para los que no tengan un bosque a mano, tranquilos, también sirven, para este cometido de abrazar árboles, los parques urbanos aunque insisten en que aquellos que "se pierden en el bosque" durante al menos tres días, rinden un 50% más al resolver problemas creativos.
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