El caos reinante en los alrededores de Keleti y la desesperación de más de un millar de fatigadas personas que duermen al raso, con apenas unas mantas o cartones sobre el suelo, se ha convertido en el último símbolo de una crisis migratoria que ha desbordado a Europa.
La imagen de menores de corta edad o incluso bebés durmiendo en condiciones miserables, o la de mujeres en avanzado estado de gestación sin asistencia médica especializada son estampas impropias de los valores que dice defender la Unión Europea. Para paliar la situación, el Ayuntamiento de Budapest anunció hoy la construcción de un espacio para mil personas con servicios básicos en las cercanías de la estación.