"En general esto se puede achacar a ese humor británico tan refinado", dijo el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, quien advirtió que este informe "envenenará aun más la atmósfera de nuestras relaciones bilaterales".
Para Peskov el proceso parece una broma "por el hecho de que una investigación pública y abierta se base en datos secretos de unos servicios de inteligencia que no se nombran, y porque el veredicto, que se sostiene en esas informaciones efímeras, emplea con asiduidad palabras como posiblemente y probablemente".
Esta terminología, subrayó, "no se tolera en nuestra práctica judicial ni en la de otros países, y obviamente no puede tomarse como un veredicto".
"Pseudoinvestigaciones como ésta, sin duda, no logran nada más que envenenar aun más la atmósfera de nuestras relaciones bilaterales", lamentó el portavoz de Putin, que según el informe difundido por Londres autorizó "probablemente" la operación para liquidar a Litvinenko.
Aseguró que Rusia "confiaba en una estrecha cooperación en la investigación de este caso, pero los británicos decidieron congelar no sólo la colaboración, sino también el diálogo en la aplastante mayoría de ámbitos".
Por otro lado, Peskov recordó que desde la muerte del exagente ruso en 2006, Moscú ha reiterado en un sinfín de ocasiones que los servicios de inteligencia rusos no tuvieron nada que ver con el crimen.
Litvinenko, que pidió asilo político al llegar a Londres en noviembre de 2000, obtuvo la nacionalidad británica y trabajó para los servicios secretos MI6.
El juez Robert Owen, a cargo de la indagación británica, señala en su informe que los exagentes rusos Andréi Lugovói y Dmitri Kovtun, con los que Litvinenko se reunión el día en que fue envenenado tras tomar una taza de té, lo mataron al actuar probablemente bajo la dirección de los servicios secretos rusos.