La UE quiere la "reciprocidad" de China. Que el país se comprometa a garantizar el mismo acceso a las empresas europeas que tienen en Europa las chinas, y que no haga competencia desleal con los subsidios.
La cumbre UE-China se celebra cuando aún hay ecos de la crisis abierta tras la petición de Europa a sus socios de reforzar los controles sobre Huawei.
De momento la UE no ha vetado el acceso del gigante tecnológico Huawei a la red 5G, pero las preocupaciones en materia de seguridad se han multiplicado ante las acusaciones de colaboración con los servicios secretos de ese país.
El talón de Aquiles europeo en todo esto es la desunión. Italia, por ejemplo, firmó recientemente su adhesión a la nueva ruta de la seda desvinculándose de Francia y Alemania.
Aún así, Europa no es demasiado dura con China. No hay frentismo, como en la América de Trump, pero por detrás de las sonrisas protocolarias y las buenas intenciones, esta es en cierta forma, la cumbre de la desconfianza y, sin embargo, se saben condenados a entenderse.