El informe de la Marina norteamericana deja en muy mal lugar a los marineros y a sus superiores y concluye que el personal de la Armada que presume de ser la más poderosa del mundo no se comportó como debe.
La investigación interna ha demostrado que los encargados de las operaciones de las dos lanchas rápidas las enviaron por un lugar equivocado sin dar demasiada importancia a los riesgos de que pudieran perderse o equivocarse de ruta en unas aguas del Golfo Pérsico que están muy vigiladas por los miembros de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán.
Una vez en poder de los iraníes, los marineros estadounidenses hicieron mucho más de lo que están obligados, es decir, dar su nombre, rango y fecha de nacimiento. Los norteamericanos empezaron a hablar, amenazados por sus captores, y dieron números de teléfono de sus comandantes y también las contraseñas de ordenadores que llevaban en su poder.
Los marineros fueron apresados por los iraníes horas antes de que el presidente Barack Obama pronunciara ante el Congreso su último discurso sobre el Estado de la Unión el pasado día 12 de enero.
Todos fueron liberados después de intensas negociaciones del secretario de Estado, John Kerry, con su colega iraní.