Madrid |
A un lado la Pakistán musulmana, al otro los hindúes. Y en medio, a los pies del Himalaya, Cachemira, la región en disputa. De mayoría musulmana, pero tutelada por India, es Cachemira el campo de pruebas de yihadistas; en el más leve de los casos, el escenario de pulsiones separatistas y en el peor, el vertedero de varias guerras entre dos Estados convertidos en potencias nucleares por mor de estas circunstancias.
Este fin de semana, la tensión se desbordaba. Primero Nueva Delhi procedía a evacuar a todos los turistas y peregrinos. 30.000 advertidos de posibles atentados. Luego, este lunes, ha procedido a reforzar a los 25.000 militares con otros 8.000 soldados procedentes de distintos puntos del país. Mientras en el Parlamento, el secretario del Interior anunciaba y justificaba la medida: la derogación de la excepción constitucional de la que se ha beneficiado hasta ahora la región de Jammu y Cachemira, en un aparente intento por integrar esta zona de mayoría musulmana en el resto del país. La eliminación del artículo 370 de la Constitución deja a la zona, por ejemplo, sin potestad para elaborar sus propias leyes.
Fin a la autonomía, división en dos territorios con vicegobernadores dependientes de Nueva Delhi y “día grande”, proclamaba el titular de Interior se para todos los mártires que murieron por una India unida. La oposición ha acusado al Ejecutivo de crear un “estado de guerra” promoviendo una “medida catastrófica para el subcontinente”. Desde Pakistán, de momento solo palabras, aunque gruesas: se reservan “todas las opciones” para responder a una decisión ilegal.