Médicos Sin Fronteras asegura que permanecer en la maternidad de Kabul -donde el pasado 12 de mayo un ataque yihadista dejó 25 muertos- significaría aceptar la pérdida de vidas humanas como un elemento más de nuestra actividad. "Y esto es inconcebible para nosotros", aseguraron en Twitter.
"Sabíamos que había riesgo de trabajar en Dasht-e-Barchi, pero nunca nos imaginamos tanta brutalidad en un ataque dirigido contra las mujeres y sus bebés, contra los trabajadores sanitarios", dijo el coordinador de proyectos de MSF del centro médico, Clement Perrin, en referencia al ataque del pasado 12 de mayo que dejó 25 fallecidos, entre ellos 16 madres.
Ese día, hombres armados entraron a tiros en la maternidad y, además de a esas 16 madres, cinco de las cuales se encontraban de parto, mataron también a dos niños de 7 y 8 años, una matrona de MSF y a otras seis personas que se encontraban en el lugar, según la ONG.
El ataque al hospital coincidió con otro atentado suicida durante la celebración del funeral de un policía en la provincia oriental de Nangarhar, y en total las dos acciones dejaron casi 60 víctimas mortales y cerca de 150 heridos en esa sangrienta jornada.
Aunque el grupo yihadista Daesh sólo reivindicó este último ataque, Estados Unidos, por medio de su enviado especial para la reconciliación afgana, Zalmay Khalilzad, atribuyó ambos
atentados al Daesh.
La zona donde se ubica el hospital en Kabul está habitada en su mayoría por miembros de la minoría chií hazara, objetivo frecuente en los últimos años de ataques del grupo yihadista.
A esa comunidad se dirigió también Perrin y aseguró que su organización evaluará la posibilidad de apoyarla de otra manera. "En las próximas semanas y meses, evaluaremos la posibilidad de apoyar a las comunidades de Dasht-e-Barchi, y especialmente a los diferentes hospitales y centros de salud y a la red de parteras, sin poner en peligro la vida de nuestros trabajadores y pacientes", dijo.
"Por supuesto, estamos muy preocupados por el hecho de que en Barchi nuestra retirada dejará a un gran número de mujeres sin la calidad de la atención que nuestro equipo estaba brindando en el hospital", agregó Perrin.
El coordinador de proyectos de MSF subrayó que su organización llevaba trabajando seis años en el hospital atacado, donde dirigía una de sus mayores maternidades en el país, en la que sólo en el último año atendieron 16.000 partos.
Así mismo, en un comunicado, Médicos Sin Fronteras añadió que tratarán de mantener, entre otras medidas, la ayuda psicológica a su personal, así como asistencia a los familiares de las madres fallecidas en el ataque.
La organización recordó que en los últimos 17 años, más de 70 personas, entre empleados y pacientes, han muerto en diversos ataques en Afganistán, entre ellos las 42 personas que murieron en octubre de 2015, cuando las fuerzas estadounidenses bombardearon un hospital de MSF en Kunduz, en el norte del país.