La petición de "acceso urgente" de Médicos sin Fronteras, realizada mediante un comunicado, se produce en medio de las operaciones militares iniciadas el pasado 25 de agosto en Rakhine, después de que el Ejército de Resistencia Rohingya Arakan (ARSA) atacara varias comisarías y una base militar de Birmania (Myanmar).
En represalia, el ejército birmano lanzó una ofensiva que ha provocado en poco más de veinte días la huida a Bangladesh de 400.000 rohingyás, la minoría étnica musulmana. "Quienes han cruzado la frontera desde entonces viven ahora en condiciones extremadamente precarias y tienen un acceso muy limitado a atención médica, a agua potable, a letrinas y a alimentos", subraya Médicos sin Fronteras.
La ONG asegura que "cientos de miles de personas permanecen aún en el norte de Rakhine y que carecen de cualquier tipo de asistencia humanitaria". Benoit De Gryse, responsable de operaciones de MSF para Birmania, considera que "todo hace pensar que Myanmar está avanzando hacia un nuevo modus operandi con el que pretende que la ayuda humanitaria esté bajo el control exclusivo del Gobierno", lo que se traduciría en "restricciones administrativas y de acceso todavía más severas que las actuales".
El Consejo de Derechos Humanos de la ONU tiene previsto analizar hoy, en Ginebra, las violaciones de derechos humanos en Birmania, por si se está produciendo una limpieza étnica con la minoría rohinyá.