Poco después del brutal atropello, la Policía detuvo a cierta distancia del lugar al sospechoso de ser el conductor del vehículo, que según informaciones coincidentes de distintos medios se trataba de un refugiado que entró en Alemania el pasado febrero como paquistaní o afgano.
El camión era de una empresa de transportes polaca, que al parecer había perdido el contacto con sus transportistas sobre las 15.00 GMT. Entre las víctimas mortales estaba el copiloto del vehículo, de nacionalidad polaca, según confirmaron fuentes policiales.
Los hechos ocurrieron en torno a las 20.15 hora local (19.15 GMT), cuando el vehículo pesado invadió una zona peatonal en la Breitscheidplatz, eje comercial del antiguo sector occidental de la ciudad. El camión recorrió unos cincuenta metros del tradicional mercadillo y destrozó a su paso puestos de adornos navideños y casetas de comida, mientras arrollaba a numerosos visitantes.
Un total de 48 personas resultaron heridas, algunas de ellas de gravedad, y fueron trasladadas a diversos centros médicos. Las fuerzas de seguridad diseñaron un amplio dispositivo de seguridad en torno al lugar y pidieron a los berlineses que permanecieran en sus casas y dejaran libres las vías de acceso para las ambulancias y los vehículos de los bomberos.
Horas después de lo ocurrido, el ministro alemán de Interior, Thomas de Maizière, rechazó confirmar que el atropello fuera un atentado, pero reconoció que "mucho apunta en esa dirección". El ministro aludió a las informaciones que estaban difundiendo diversos medios de comunicación y que atribuyen el atentado al Estado Islámico (EI), pero se negó a especular al respecto y recordó que es práctica habitual del grupo terrorista atribuirse ataques.
La seguridad de todos los mercadillos navideños será analizada mañana en una conferencia con los responsables de Interior de los 16 estados federados del país. La Fiscalía Federal, competente para cuestiones de terrorismo, abrió una investigación paralela a las que han iniciado la Fiscalía del estado de Berlín, a la que se ha destinado a siete fiscales.
Hasta la Breitscheidplatz, junto a la que se erige la emblemática Gedächtniskirche (Iglesia del Recuerdo), se desplazaron el alcalde-gobernador de Berlín, Michael Müller, quien aseguró que la situación se encontraba "bajo control". Müller expresó su confianza en que pueda confirmar una hipótesis distinta a la del atentado, aunque en la mente de todos estaba el ataque registrado el pasado 14 de julio en Niza, cuando un camión irrumpió en el paseo de los Ingleses tras los festejos de la fiesta nacional francesa, provocando la muerte de 86 personas.
A finales de la semana pasada fue detenido un niño germano-iraquí 12 años en Ludwigshafen (oeste del país), sospechoso de haber planeado un atentado contra un mercadillo navideño de su ciudad. La canciller alemana, Angela Merkel, expresó su dolor por los muertos y los heridos en un mensaje difundido por su portavoz en Twitter, mientras que el presidente del país, Joachim Gauck, se mostró conmocionado por la "terrible noche" de Berlín.
Esa unidad se vio sin embargo pronto quebrada desde el partido populista Alternativa para Alemania, cuyo líder en el "Land" de Renania del Norte-Westaflia, el eurodiputado Marcus Pretzell, dio por hecho que el atropello mortal fue un atentado y que sus víctimas son "muertos de (Angela) Merkel". "¿Cuándo va a reaccionar el Estado de derecho alemán? ¿Cuándo acabará esta maldita hipocresía? Son los muertos de Merkel", apuntó el político en su cuenta en Twitter.
El pasado mes de julio Alemania fue escenario de dos ataques yihadistas, cometidos por un menor refugiado afgano en un tren de cercanías en Würzburg y por un solicitante de asilo sirio en Ansbach, que murió al detonar una mochila con explosivos. Sus ataques contribuyeron a polarizar el ya de por sí controvertido debate sobre la acogida de refugiados en Alemania, que desde principios de 2015 ha recibido a cerca de 1,3 millones de solicitantes de asilo.