La reunión se celebró en la sede del arzobispado de Rangún, donde se aloja Francisco, que llegó a Birmania en el primer viaje de un papa a este país. El pontífice no tenía actos previstos en la agenda y finalmente se anticipó el encuentro que tenía programado con el general el 30 de noviembre.
Además Min Aung Hlaing, considerado el responsable de la ofensiva que ha provocado un éxodo de rohinyás, la minoría musulmana residente en el estado de Rakáin, participaron en la reunión tres generales del Servicio Especial de Operaciones y un traductor de la Iglesia católica birmana.
La campaña militar, que comenzó a finales de agosto y que el Alto Comisionado de los Derechos Humanos de la ONU calificó como una "limpieza étnica de manual", ha causado la huida de más de 620.000 rohinyás desde Rakáin hacia el vecino Bangladesh.
El Vaticano definió la reunión "una visita de cortesía" al Jefe del Ejercito, que controla los ministerios de Defensa, Interior y Fronteras. El encuentro con el general fue sugerido por el arzobispo de Rangún, Charles Maung Bo, nombrado cardenal en 2015 por Jorge Bergoglio.
Tras concluir la reunión de 15 minutos hubo un intercambio de regalos: el papa regaló al general la medalla conmemorativa del viaje, mientras que el militar le obsequió con un cuenco ornamental para el arroz y una tradicional arpa birmana.
Francisco se trasladará mañana a la capital, Naipyidó, para reunirse con el presidente del país, Htin Kya, y la jefa de facto del Gobierno birmano, Aung San Suu Kyi, a quien la comunidad internacional acusa de ignorar la brutal represión de los rohinyás.