El pontífice manifestó su proximidad al sufrimiento de los asistentes, a quienes dijo: "estoy con vosotros".
Entre los testimonios figuró el de Luciano Avenati, un párroco de Norcia, una de las localidades más afectadas por los seísmos, quien dijo que eligió quedarse con la gente que permaneció entre la destrucción en lugar de marcharse a un lugar más seguro.
El Papa elogió la "solidaridad" mostrada con ese ejemplo y dijo que eso se llama en español "ser bien nacido".
Francisco alabó "el valor, la tenacidad y la paciencia" demostrada por los afectados por los terremotos, el primero de los cuales golpeó la zona central de Italia el 24 de agosto.
El Papa Francisco hizo un llamamiento a proseguir con la reconstrucción de las zonas afectadas "desde el principio, pero también (a) recomenzar sin perder la capacidad de soñar, soñar cómo recuperarse, tener el valor de soñar una vez más".
Francisco se refirió a que además de la reconstrucción física de las casas destruidas, será necesario antes "reconstruir el corazón" y, en una intervención sin leer un discurso escrito previamente, sino en la que aludió a los testimonios que escuchó en el acto, reconoció que eso se tendrá que hacer "con dolor".
El Papa dijo que lo que es preciso ahora no es optimismo, sino esperanza, a pesar de admitir "que la heridas se curan pero las cicatrices permanecerán toda la vida". "Serán un recuerdo de este momento, de dolor, será una vida con una cicatriz más", describió el papa. "Hemos perdido muchas cosas, casas, familias, pero nos hemos convertido en una gran familia de otra manera", añadió Jorge Bergoglio, quien aseguró que la cercanía a los demás afectados ha hecho "más humanos, más valientes" a quienes sobrevivieron.