La ciudad colombiana ha sido declarada en estado de calamidad para agilizar las operaciones de rescate y de ayuda a las víctimas, con un número indeterminado de desaparecidos y damnificados.
No se descarta que el número de víctimas aumente ya que "hay mucha gente desaparecida", según manifestó el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, quien visitó la zona del desastre, un lodazal con piedras gigantescas arrastradas por los ríos hasta el centro mismo de esa ciudad de unos 45.000 habitantes.
"Toda la capacidad del Estado está desplegada para apoyar labor humanitaria y de búsqueda y rescate", escribió Santos en su Twitter sobre esta tragedia causada por un fuerte aguacero que comenzó la noche del viernes y que hizo desbordar el río Mocoa y sus afluentes Sangoyaco y Mulatos.
La tragedia supera el más reciente desastre natural de Colombia, el de otra avalancha que destruyó el 18 de mayo de 2015 la localidad de Salgar, en el departamento de Antioquia, dejando al menos 104 muertos.
La magnitud de la catástrofe se agrava por el aislamiento de esta zona de Colombia, situada en la región amazónica, en la frontera con Ecuador, que carece de suficientes vías de acceso, pues solo se puede llegar a Mocoa por vía aérea o por precarias carreteras que la comunican tras varias horas de viaje con las ciudades de Neiva y Pasto.
Los habitantes de Mocoa, acostumbrados a convivir con una naturaleza de selva y ríos caudalosos, fueron sorprendidos por el inusual aguacero que sacó de su cauce los tres que pasan por la ciudad y que, convertidos en una riada de agua y piedras, se llevaron todo lo que encontraron a su paso.
El presidente explicó cayó en Mocoa cerca del 45 % de la lluvia que normalmente cae en un mes, y ese volumen de agua "produjo la avalancha".