Ha estado un mes y medio sin rostro. Un hombre que había recibido un injerto total en la cara hace siete años se ha sometido a segundo trasplante por un rechazo del primero.
Iniciada en 2005, esta técnica con fuertes implicaciones éticas conlleva importantes riesgos. Se deben a la posibilidad de rechazo y a los tratamientos destinados a evitarlo, que deben tomarse de por vida y disminuyen las defensas del cuerpo.
Esta operación compleja fue llevada a cabo en el Hospital Europeo Georges Pompidou en París por un equipo dirigido por el profesor Laurent Lantieri, un especialista en estos procedimientos.
El 30 de noviembre, "la gravedad del rechazo" requirió que se eliminara por completo la primera cara injertada. Desde entonces, fue hospitalizado en cuidados intensivos.
Esta operación "demuestra en el campo de los injertos vascularizados compuestos (cara y mano) que en caso de rechazo crónico, es posible un retransplante", según subraya la Agencia de Biomedicina y el AP-HP. Pero advierten de que "este trasplante está sujeto a severas restricciones inmunológicas y solo el seguimiento de varias semanas confirmará la viabilidad del injerto".
El primer injerto facial en el mundo, parcial, data de 2005 y fue realizado por el equipo del profesor francés Bernard Devauchelle. Los primeros dos injertos faciales totales datan de 2010, realizados por un equipo español y el profesor Lantieri. Desde 2005, se han realizado menos de 40 injertos faciales en todo el mundo.