La última vez que los británicos acudieron a votar en unas elecciones parlamentarias fue el 12 de diciembre de 2019. En estos cuatro años y medio, tres primeros ministros han vivido en Downing Street, ejemplo de una época convulsa que, según todos los sondeos, precede a un cambio de ciclo en el que los laboristas aspiran incluso a conseguir su mayor victoria histórica.
Salvo sorpresa mayúscula, el próximo primer ministro será Keir Starmer, que tras asumir sin grandes aspavientos en 2020 el liderazgo de la oposición ha ido ganando popularidad a costa de un Partido Conservador que no ha dejado de perderla, empezando por los efectos colaterales del Brexit y la controvertida gestión política de Boris Johnson durante la pandemia.
Johnson, símbolo de la salida de Reino Unido de la Unión Europea, terminó dimitiendo víctima de presiones internas, y Liz Truss no llegó siquiera al mes y medio en el poder, durante el que Reino Unido vivió un cambio en el trono inédito en siete décadas por la muerte de la reina Isabel II. Después llegó Rishi Sunak, que pese a su experiencia en distintos ministerios tampoco ha logrado evitar las fugas de un barco que hacía aguas.
Sunak, joven y millonario, hizo del endurecimiento de las políticas migratorias uno de sus grandes ejes de Gobierno, pese a que él mismo es hijo de inmigrantes, pero el fracaso de medidas estrella como el plan de deportaciones a Ruanda ha terminado por poner en cuestión su capacidad real de gestión.
Aspira no obstante a la reelección frente a Starmer, que encara por primera vez unos comicios como líder laborista. La intención de voto para el principal partido opositor se ha disparado hasta rondar el 40 por ciento, el doble que los 'tories', si bien el sistema electoral no permite convertir automáticamente estas estadísticas en escaños.
Reino Unido está dividido en 650 circunscripciones, tantas como escaños conforman la Cámara de los Comunes, y en cada una de ellas se elige a un único candidato, de tal manera que los votos de los aspirantes derrotados no suman de ninguna forma para su partido.
Este sistema, bautizado con el término inglés 'first past the post', ha favorecido históricamente a las dos grandes formaciones, en detrimento de otras minoritarias y que, a ojos de los electores, pueden suponer una oportunidad desperdiciada en materia de voto.
Así, está por ver hasta qué punto el populista Nigel Farage logrará capitalizar en escaños el sorprendente ascenso de Reforma, heredero del Partido del Brexit y que ahora ha vuelto a confiar en su fundador para tratar de reivindicarse como alternativa opositora ante la previsible victoria laborista.
Farage, que ha regresado a la primera línea para estas elecciones y se presenta como candidato, parece haber salido indemne de las polémicas en que se han visto envueltos candidatos y miembros de su formación política y que van desde mensajes racistas a prorrusos. Según la media de encuestas de la BBC, ronda el 16 por ciento de los sufragios.
El Partido Liberal Demócrata, otrora socio de coalición de los conservadores, parece ahora relegado, mientras que en el ámbito territorial todos los ojos están puestos en Escocia, ya que el Partido Nacional Escocés (SNP) ha prometido relanzar sus reivindicaciones independentistas si obtiene la mayoría de los escaños a los que aspira.
Los colegios electorales estarán abiertos en Reino Unido desde las 7.00 a las 22.00 (hora local) del jueves, para que todas aquellas personas mayores de 18 años que están registradas puedan ejercer su derecho de sufragio. En 2019, la participación fue del 67,3 por ciento.
Carlos III, novato en lides electorales después de que su madre conviviese con 15 primeros ministros durante su largo reinado, deberá recibir y avalar el viernes al futuro jefe de Gobierno, una vez se hayan conocido los resultados de las 650 circunscripciones. Si se cumplen las previsiones, Starmer entrará ya en el fin de semana como inquilino oficial del número 10 de Downing Street.