Durante 2016, 5.079 personas perdieron la vida en su intento de cruzar el Mare Nostrum, en comparación con los 3.777 que perecieron en 2015 y los 3.279 que murieron en 2014. En total, el año pasado, 7.495 migrantes y refugiados perdieron la vida en el mundo durante su travesía en busca de un lugar mejor donde vivir, y la ruta del Mediterráneo fue de lejos la más mortífera, dado que la segunda senda más mortal fue la del norte de África con 1.124 decesos.
Le siguió la frontera entre México y Estados Unidos (432); el Cuerno de África (200); Centroamérica (174); Sudeste Asiático (153); Medio Oriente (96); África subsahariana (78); Caribe (78); Europa (57); Sudamérica (27); y Asia oriental (36). No obstante estos datos, Joel Millman, portavoz de la OIM, aclaró en rueda de prensa, que las cifras están subestimadas, dado que es muy difícil obtener información exacta sobre sucesos en los que perecen inmigrantes y, cuando se conocen, es difícil corroborar el número exacto de personas implicadas.
Con respecto a las principales causas de muerte, en el Mediterráneo fue el ahogamiento en 4.218 de los decesos; el mismo motivo que en 111 fallecimientos de inmigrantes que tomaron la ruta del Norte de África, y en 60 del Cuerno de África. El resto de causas varían desde accidentes de tráfico o de tren, pasando por hipotermia o deshidratación, a disparos a bocajarro.
En relación a las travesías del Mediterráneo, 363.348 personas lograron cruzarlo en 2016, de las cuales 181.436 llegaron a Italia procedentes eminentemente de Libia y Egipto, y 173.561 alcanzaron las costas griegas procedentes de Turquía u otros orígenes. De los que llegaron a Grecia, la mayoría provenían de Siria, Afganistán, Irak, Pakistán e Irán. De los que arribaron a Italia, la mayoría procedían de Nigeria, seguidos de los que eran de Eritrea, Guinea, Costa de Marfil, Gambia, Senegal, Mali y Sudán.