En total, tuvieron que intervenir 30 sanitarios, que se iban turnando, por aquello del cansancio, y sumaron entre todos 30.000 compresiones. El joven había ingresado un día antes, con una miocarditis fulminante, su vida corría serio peligro, y los médicos dijeron que había que practicarle compresiones sin parar. Su corazón ha vuelto a latir de forma natural, y aunque sigue hospitalizado, parece que en los próximos días podrá volver a su casa.