A punto de cumplirse siete años de la guerra en Siria, los refugiados en Jordania echan la vista atrás y respiran aliviados. Es el caso de una familia de Homs, que ahora vive en Irbid, a 20 kilómetros de la frontera, y que lo dejó todo hace casi cuatro años.
Cruzaron la frontera escondidos en un camión de ganado y fueron descubiertos por los policías, que les dejaron pasar por la pena que sintieron al ver a la abuela en silla de ruedas.
Mohamed, uno de los hijos de 21 años, cuenta que su familia no quiere volver a Siria por el miedo al ISIS y al Gobierno de Bashar Al Assad. Su padre estuvo encarcelado nueve meses y a su hermana pequeña, de sólo cinco años, se le ha olvidado sonreír.
"No queremos volver a Siria. Primero porque nuestras casas ya no se tienen en pie y segundo porque los que hablan en nombre de los musulmanes son muy peligrosos y nos matarían directamente", ha contado a Onda Cero.
Mohamed tiene cinco hermanos, todos nacidos en Siria y otro que, según dice, murió "de tristeza".
El joven es el único sustento de su familia. Trabaja recolectando pan seco en las calles para revenderlo. Saca entre 80 y 100 euros al mes, y paga unos 140 euros al mes por la casa en la que viven.
Según explica, esto les llega para "malvivir" en una ciudad que hoy acoge a más de 150.000 compatriotas que viven de la ayuda que les brindan organizaciones como Acción Contra el Hambre.