Esta vez participarán en las maniobras 50.000 efectivos surcoreanos, al igual que el año pasado, mientras que Estados Unidos desplegará 17.500 soldados (3.000 de los cuales están estacionados fuera de Corea del Sur), lo que supone 7.500 menos que en 2016.
La decisión de reducir el número de efectivos estadounidenses no responde sin embargo al reciente episodio de tirantez con Corea del Norte sino a la necesidad de enfatizar la "integración" en estas operaciones, según ha declarado el secretario de Defensa estadounidense, James Mattis.
Los ejercicios, que son la mayor simulación bélica computerizada del mundo, incluyen este año también a representantes de siete países (Australia, Canadá, Reino Unido, Nueva Zelanda, Holanda, Dinamarca y Colombia) del Comando de Naciones Unidas que tomó parte por Seúl en la Guerra de Corea (1950-1953).
Estos ejercicios, que duran hasta el próximo 31 de agosto, buscan ensayar respuestas conjuntas a una hipotética invasión de Corea del Sur por parte de Corea del Norte.
Aunque los aliados argumentan que tienen carácter defensivo, Pyongyang los considera un ensayo para realizar un ataque y normalmente responde realizando lanzamientos de prueba de misiles.
Los ejercicios de este año se producen justo después de que EE.UU. y Corea del Norte escenificaran una de las peores escaladas dialécticas de los últimos años.
Corea del Norte amenazó primero con atacar a EE.UU. en respuesta a las sanciones de la ONU por sus recientes lanzamientos de misiles balísticos intercontinentales, a lo que respondió con un tono inusualmente beligerante el presidente estadounidense, Donald Trump.
Pyongyang reveló entonces un plan para bombardear el entorno de la isla de Guam, que alberga importantes bases estadounidenses, aunque luego afirmó que observaría "un poco más" los movimientos de Washington antes de atacar.