El centro de Italia es una de las zonas sísmicas más activas del mundo, con temblores que se producen regularmente en las zonas montañosas del país. La mayoría de ellos son insignificantes y apenas los siente la población, registrándose sólo en sensores electrónicos. Pero el miércoles la devastación volvió a azotar al centro del país.
Los expertos coinciden en que en que se puede hacer más para evitar daños personales y materiales. "Italia puede esperar un terremoto de magnitud 6,3 aproximadamente cada 15 años", asegura Fabio Tortorici, del Instituto Geológico Italiano.
Este terremoto, que por el momento ha dejado más de 200 víctimas mortales y ha sido el más devastador tras la tragedia de L'Aquila de 2009, cuando murieron 300 personas, ha puesto en evidencia una vez más la fragilidad de las infraestructuras italianas.
Un estudio realizado en 2008 por expertos de Protección Civil dijo que solamente el 14% de los edificios en la franja más vulnerable del país cumplen con las normas de seguridad sísmica.
Ese mismo año, se impusieron nuevas normas que elevaron las exigencias a la construcción de nuevos edificios en el país, pero la mayoría de hogares seguían expuestos a la actividad sísmica. Dos tercios de los municipios del país viven en zonas de riesgo sísmico sin ningún tipo de protección contra terremotos.
"Algunas cosas han cambiado, pero se podría hacer más", asegura Tortorici: "El verdadero problema radica en las propiedades construidas antes de 1970, cuando no había normas sísmicas"
Altiero Cinaglia, un vecino de 65 años de la localidad de Arquata di Tronto, se muestra devastado: "¿Qué se supone que debemos hacer? No se pueden derribar todos los edificios antiguos y sustituirlos por otros nuevos. Estos pueblos viven para el turismo, no hay nada que hacer."