En Melbourne, Australia, acaba de conocerse el fallo judicial del ingeniero de 56 años que había denunciado a su jefe por tirarse pedos a su lado.
Denunciaba este trabajador que era una forma de intimidación y acoso contra él porque lo hacía a propósito, cinco o seis veces al día y luego se alejaba. El caso ha llegado hasta el Tribunal Supremo y, finalmente, ha desestimado que tirarse pedos sea intimidación.