"Lo que se ha visto no es connivencia. No ha habido ninguna connivencia en absoluto, así que estamos muy contentos", declaró Trump a un grupo de periodistas antes de partir rumbo a Nueva York, donde tiene previsto pasar el día.
Estas declaraciones se producen apenas un día después de que el exasesor de Seguridad Nacional del presidente, Michael Flynn, se declarara culpable de haber mentido al Buró Federal de Investigaciones (FBI) sobre unas conversaciones que mantuvo con representantes del Gobierno ruso.
En una audiencia en la Corte del Distrito de Columbia celebrada este viernes, Flynn se comprometió a colaborar con el fiscal especial que investiga la llamada "trama rusa", Robert Mueller, y afirmó que "importantes miembros" del equipo de Trump sabían de sus actividades, lo que podría desembocar en más imputaciones.
La confesión de Flynn tiene una especial relevancia puesto que, si bien dichas conversaciones tuvieron lugar en diciembre de 2016, fue en enero pasado, cuando Trump ocupaba el Despacho Oval y él ya ostentaba un cargo oficial en su Gabinete, cuando mintió al FBI.
En un mensaje, también publicado vía Twitter, el presidente volvió a insistir en que "no hay nada que esconder" y afirmó haber despedido a Flynn de la Casa Blanca el pasado mes de febrero precisamente debido a estas mentiras. "Tuve que despedir al general Flynn porque mintió al vicepresidente (Mike Pence) y al FBI. Se ha declarado culpable por esas mentiras. Es una vergüenza porque sus acciones durante la transición (de gobierno) fueron legales", expresó el mandatario.
De acuerdo con algunos especialistas consultados por diversos medios de comunicación, esta declaración podría convertirse en un serio problema para Trump, puesto que podría interpretarse como una prueba de que el presidente cometió un delito de "obstrucción a la justicia" al no poner en conocimiento de los investigadores dichas mentiras.
El proceso contra Flynn es producto de la investigación que el pasado mes de mayo comenzó Mueller para examinar los posibles lazos entre Rusia y la campaña de Trump relativos a las elecciones de 2016. Como resultado de esa investigación, Mueller también ha presentado cargos contra Paul Manafort, exjefe de campaña de Trump, y el que fuera su "número dos", Rick Gates.