SALUD

Lo estás haciendo mal: esta es la temperatura perfecta del agua para tu limpieza facial

Miriam Méndez

Madrid |

Si te lavas la cara con el agua a esta temperatura, puede que lo estés haciendo mal
Si te lavas la cara con el agua a esta temperatura, puede que lo estés haciendo mal | Pixabay

Si crees que el agua caliente abre los poros y el agua fría los cierra, te revelamos un truco que cambiará tu rutina de cuidado de la piel. A diario, millones de personas enfrentan el dilema de la temperatura perfecta para lavarse la cara, creyendo que están haciendo lo mejor para su piel. Sin embargo, la ciencia detrás de este ritual revela que el agua demasiado caliente o fría podría estar saboteando tu cutis en lugar de ayudarlo.

¿El resultado? Piel irritada, deshidratada, poros más visibles y, en el peor de los casos, envejecimiento prematuro. Antes de que te sumerjas en tu próxima limpieza facial, acompáñanos a descubrir lo que los dermatólogos tienen que decir sobre este error tan común y cómo elegir la temperatura ideal para una piel sana y radiante. Porque, sí, incluso el agua con la que te lavas puede marcar la diferencia.

El mito de los poros que se abren y cierran

Uno de los mitos más extendidos en el cuidado facial es la creencia de que los poros se abren y cierran en respuesta a la temperatura del agua. Muchas personas piensan que utilizando agua caliente o fría pueden controlar el tamaño de sus poros para mejorar la apariencia de la piel. Sin embargo, los expertos dermatólogos aclaran que esta idea no es completamente válida.

Los poros no tienen músculos que les permitan abrirse o cerrarse como una puerta. "Los poros son estructuras foliculares, formadas por glándulas sebáceas y folículos pilosos, que no poseen capacidad física para contraerse o expandirse en respuesta a la temperatura del agua", explica la Dra. Hannah Kopelman, dermatóloga especializada en piel. Lo que realmente sucede es una dilatación temporal de los vasos sanguíneos cuando se expone la piel al agua caliente.

Este proceso puede hacer que los poros parezcan más abiertos o visiblemente limpios, pero solo es superficial. La verdadera función de los poros es permitir la liberación de sebo, sudor y permitir la salida del vello facial, no cambiar su tamaño permanentemente.

Por otro lado, el agua fría también tiene un efecto temporal sobre los vasos sanguíneos, llevando a una contracción momentánea. Esto puede dar la impresión de una reducción temporal del tamaño de los poros, pero igual que en el caso del agua caliente, este efecto es fugaz. "El agua fría puede reducir la hinchazón y brindar una sensación refrescante en la piel, pero no tiene un impacto duradero en el tamaño de los poros", añade la Dra. Kopelman.

Los efectos del agua caliente y fría en la piel

El uso excesivo de agua caliente puede parecer tentador, especialmente en un día frío o después de una larga jornada. Sin embargo, esto puede llevar a una deslipización, lo que significa que se pierden los aceites naturales de la piel que actúan como barrera protectora. Esto resulta en una piel más seca, propensa a la irritación y al envejecimiento prematuro.

"El agua caliente elimina temporalmente los residuos y suciedad superficial, pero también destruye los lípidos esenciales para la hidratación", advierte Inmaculada Román, farmacéutica especializada en Dermocosmética. Además, para las personas con pieles sensibles, dermatitis o condiciones como la rosácea, el agua caliente puede ser particularmente dañina, aumentando la irritación y el enrojecimiento.

Por otro lado, el agua fría puede no ser la mejor opción para una limpieza facial efectiva. Aunque puede proporcionar una sensación refrescante y reducir momentáneamente la hinchazón, no elimina eficazmente la suciedad o el maquillaje.

Además, la exposición frecuente a agua fría puede provocar un "efecto rebote", donde la piel produce más sebo para compensar la sequedad provocada por el estrés térmico, lo que empeora problemas como el acné o piel grasosa. "El agua fría puede causar dilatación y aumentos en la secreción sebácea, lo que resulta en una obstrucción de los poros y menos eficacia en la limpieza", explica la farmacéutica.

[[H3:La solución: agua templada, entre 30°C y 35°C]]

La temperatura ideal para una limpieza facial efectiva está en el rango de los 30°C a 35°C, lo que se considera agua templada. Esta opción es suave con la piel pero lo suficientemente efectiva para abrir ligeramente los poros, eliminando impurezas, residuos y restos de maquillaje. "El agua templada no elimina los aceites naturales, sino que ayuda a disolver suavemente las impurezas sin resecar ni generar irritación", afirma la Dra. Nicole Lee, dermatóloga.

Además de ser delicada con la piel, lavar la cara con agua templada estimula la circulación sanguínea, promoviendo una piel más saludable y radiante. Esto se traduce en una mejor absorción de productos de cuidado facial, como tónicos, sueros e hidratantes, permitiendo que estos actúen de manera más efectiva.

"La circulación mejorada contribuye a una tez más luminosa y menos propensa a signos de envejecimiento prematuro", asegura Lee. Al mantener este equilibrio, la piel se beneficia tanto a nivel superficial como profundo, logrando una apariencia fresca y rejuvenecida.

Pasos para incorporar agua templada en tu rutina facial

Incorporar agua templada en tu rutina facial puede parecer un simple ajuste, pero tiene un impacto significativo en la salud y apariencia de tu piel. Al usar agua en un rango de 30°C a 35°C, puedes limpiar suavemente sin eliminar los aceites naturales esenciales, permitiendo que tu piel mantenga su equilibrio adecuado.

Además, este método estimula la circulación sanguínea, lo que favorece una piel más luminosa y menos propensa al envejecimiento prematuro. Al seguir estos pasos simples, no solo mejorarás la limpieza de tu rostro, sino que también promoverás una piel más saludable y radiante:

  • Ajusta la temperatura: antes de comenzar, es importante verificar que el agua esté dentro del rango recomendado, es decir, entre 30°C y 35°C. Puedes utilizar un termómetro o simplemente sentir la temperatura, asegurándote de que sea tibia al tacto, pero nunca caliente. El agua excesivamente caliente puede dañar los lípidos naturales de la piel, mientras que el agua fría no es lo suficientemente efectiva para limpiar en profundidad.
  • Humedece suavemente: comienza humedeciendo suavemente tu rostro con agua templada. Evita frotar para evitar irritaciones y molestias. Este paso prepara la piel para una limpieza efectiva, suavizando la superficie para eliminar las impurezas de manera delicada.
  • Aplica el limpiador: con movimientos circulares, aplica el limpiador facial sobre tu piel. Masajea suavemente para disolver la suciedad, el exceso de grasa y los residuos acumulados. Este movimiento estimula la circulación sanguínea y promueve una limpieza profunda, pero sin esfuerzo agresivo.
  • Enjuaga correctamente: lava tu rostro con agua templada para asegurarte de que no quede residuo del limpiador ni impurezas. Es crucial que todo el producto se elimine, dejando una piel fresca y preparada para la absorción de otros tratamientos.
  • Hidrata: una vez que tu piel está completamente limpia, aplica tu hidratante o cualquier otro producto favorito para el cuidado facial. Mantener la piel equilibrada y bien hidratada es esencial para conservar su salud y prevenir la sequedad o irritación. Los productos se absorberán mejor gracias a la limpieza previa, proporcionando beneficios óptimos.