MEDICINA

La mitad de la población está infectada por la bacteria ‘Helicobacter pylori’: ¿podemos evitar su contagio?

Se calcula que la mitad de la población mundial podría estar infectada por esta bacteria, pero su modo de transmisión sigue siendo una incógnita.

Javier Velasco Montes, Universidad de La Rioja

Madrid | 26.12.2023 09:29

Dolor de estómago
Dolor de estómago | Pexels / cottonbro studio

Si hay una bacteria cosmopolita y universal esa es Helicobacter pylori (H. pylori): puede afectar a personas de todo el mundo y de todas las edades, aunque es más frecuente y se adquiere antes en los países menos desarrollados. Se cree que la mitad de la población mundial está infectada por ella, nada menos. En algunos casos puede persistir y producir enfermedad en el estómago y duodeno. Y, por increíble que parezca, pese a estar tan extendida, aún sabemos muy poco sobre cómo se transmite.

Un poco de historia

Estos microorganismos gástricos fueron observados por primera vez hace más de 100 años, y su relación con la gastritis se evidenció en la década de 1970. Marshall y Warren identificaron y cultivaron en 1982 la bacteria del estómago llamada Campyobacter pyloridis, que después se clasificó como Helicobacter pylori.

Esta bacteria tiene unas características especiales que le permiten sobrevivir en un ambiente muy hostil como es el estómago y así producir algunas enfermedades. Se ha relacionado con la gastritis crónica, muchas úlceras y cáncer de estómago, además de linfoma.

¿Qué sabemos de la transmisión de H. pylori?

No se sabe con exactitud cómo se transmite la infección por H. pylori, aunque probablemente se produce a través de la exposición fecal-oral u oral-oral entre distintas personas.

Los humanos parecen ser los principales reservorios de H. pylori, aunque también se ha encontrado en primates en cautiverio y gatos domésticos. Estos últimos pueden tener bacterias viables en su saliva y jugo gástrico, que podrían transmitir a los humanos.

Las ovejas también pueden alojar H. pylori en su leche y jugo gástrico, lo que quizá explica el hecho de que los pastores tengan infección con más frecuencia que sus descendientes.

La transmisión fecal-oral también es posible. El empleo de agua contaminada en los países menos desarrollados puede servir como fuente ambiental de la bacteria. H. pylori puede subsistir en el agua durante varios días, lo que nos permite encontrar restos de ella en el agua de las zonas donde la infección es frecuente.

Los niños que nadan en ríos, arroyos, piscinas o se alimentan con vegetales no cocinados pueden contagiarse con más facilidad. La bacteria también se ha encontrado en las heces de niños africanos, donde a los cinco años de edad casi todos sus habitantes están infectados.

Cuanto más hermanos, más infecciones

La agrupación de infecciones en algunas familias sugiere la posibilidad de transmisión entre personas. Por ejemplo, los cónyuges con H. pylori infectan con más probabilidad a sus familiares (esposas e hijos) que los no infectados.

En un estudio realizado en Colombia se comprobó que el riesgo de infección estaba relacionado con el número de niños entre dos y nueve años de edad que convivían en el mismo hogar. Incluso se demostró que los niños de menos edad estaban infectados con más frecuencia cuando también lo estaban los niños mayores de la misma casa.

Se han aislado colonias de H. pylori genéticamente iguales en personas de la misma familia y en las que viven dentro de la misma institución, lo que sugiere la posibilidad de transmisión entre personas que viven juntas. Además de la transmisión familiar que se produce en países desarrollados, también puede producirse entre personas sin relación familiar que viven en países con alta frecuencia de infección.

Helicobacter en la placa dental

La transmisión oral-oral de la bacteria no ha podido confirmarse, aunque se ha identificado en la placa dental. No obstante, los dentistas e higienistas dentales que están expuestos por su trabajo no tienen infección por H. pylori con más frecuencia. También se sabe que las secreciones gástricas infectadas pueden ser fuente de transmisión de esta bacteria.

Diferentes aparatos sanitarios, como los endoscopios y sus accesorios, pueden transmitir H. pylori tras haber estado en contacto con ellos Los médicos especialistas en aparato digestivo y las enfermeras pueden tener más riesgo de infectarse, lo que podría ocurrir por su exposición durante su trabajo a secreciones gástricas infectadas.

Para reducir este riesgo de transmisión accidental o laboral debe realizarse una correcta desinfección de los mismos después de su empleo con los pacientes.

¿Existe una susceptibilidad hereditaria?

La existencia de susceptibilidad hereditaria a la infección por H. pylorino está demostrada, aunque los individuos de algunas etnias y razas presentan infección con más frecuencia que otras Por ejemplo, los hispanos y afroamericanos tienen mayores índices de infección que los americanos caucásicos. Estas diferencias no se explican completamente por las diferencias sociales o económicas entre ellos.

La posibilidad de susceptibilidad a la infección también se apunta en estudios hechos en gemelos. Así, los que han crecido juntos tienen una concordancia de infección mayor que los que lo han hecho por separado. Por tanto, el papel del ambiente durante la infancia parece ser importante en la adquisición de H. pylori.

Conclusiones

Todavía no se saben muchas cosas sobre H. pylori, una bacteria sobre la que se necesita investigar más para saber cómo podemos evitar su transmisión.

Las vías fecal-oral y oral-oral entre diferentes personas parecen ser las formas de transmisión más probables, aunque todavía no se sabe de forma clara. Por suerte, una vez que se cura la infección no es habitual otra nueva. Este índice bajo de reinfección apoya la existencia de un menor riesgo de adquisición de esta bacteria durante la vida adulta. La inmunidad adquirida tras la primera infección también puede ser importante.

 Javier Velasco Montes, Profesor Asociado. Facultad de Ciencias de la Salud. Universidad de La Rioja, Universidad de La Rioja 

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

The Conversation