SALUD

Una psicóloga clínica explica todo lo que debes saber sobre el cortisol: la hormona que controla tu vida más de lo que imaginas

Miriam Méndez

Madrid | 13.09.2024 08:29

Qué es el cortisol: la hormona que controla más tu vida de lo que imaginas, según una experta
Qué es el cortisol: la hormona que controla más tu vida de lo que imaginas, según una experta | Pixabay

¿Alguna vez te has preguntado por qué sientes esa montaña rusa emocional cuando el estrés se apodera de ti? Quizá creas que es solo "uno de esos días", pero lo cierto es que hay un pequeño comandante químico detrás de cada emoción desbordada o cada noche en vela. Se llama cortisol y está dirigiendo tu orquesta interna mucho más de lo que imaginas.

Piensa en el cortisol como un agente de tráfico en tu organismo, que señala cuándo acelerar o frenar en función de lo que enfrentas. El problema surge cuando el estrés de la vida diaria le da la orden de poner todos los semáforos en rojo. Y ahí es cuando el caos emocional y físico se desata.

Vamos a desenmascarar a este silencioso protagonista de nuestra salud diaria: ¿Qué es el cortisol realmente? ¿Cómo afecta a tu vida sin que te des cuenta? Y, lo más importante, ¿cómo puedes ponerle un límite para no caer en su trampa?

¿Qué es el cortisol y qué factores influyen en sus niveles?

El cortisol es una hormona segregada por las glándulas suprarrenales, ubicadas justo encima de los riñones, que desempeña un papel clave en la respuesta del cuerpo ante situaciones de estrés. "El cortisol es esencial para múltiples funciones en nuestro organismo, como regular la presión arterial, los niveles de azúcar en sangre, el metabolismo y contribuir al buen funcionamiento del sistema inmunológico", explica Sara Navarrete, especialista en psicología clínica y directora del Centro de Psicología Clínica y de la Salud.

Conocida comúnmente como la "hormona del estrés", el cortisol actúa en el cuerpo para prepararlo frente a desafíos físicos y emocionales, formando parte del sistema de respuesta que activa el eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal (HPA). Su producción sigue un ritmo circadiano, con niveles más altos por la mañana que van disminuyendo a lo largo del día.

No obstante, cuando el cortisol se mantiene elevado de forma crónica, debido al estrés continuo o a otros factores, puede tener consecuencias negativas en la salud física y mental. "Un exceso de cortisol puede provocar inestabilidad: nos volvemos más irritables, con cambios repentinos de humor, y manejamos peor nuestras emociones, llegando a sentir angustia o tristeza sin razón aparente", añade la especialista.

Además, su impacto no se limita únicamente al estado emocional, sino que afecta el equilibrio general del organismo, alterando la respuesta inmune, la digestión y el sueño, entre otros sistemas esenciales.

Se trata de una hormona extremadamente sensible a diversas influencias externas e internas. Y, aunque el estrés es el principal detonante de la liberación de cortisol, existen otros factores que pueden alterar sus niveles y desencadenar desequilibrios hormonales.

"Son varios los factores que pueden alterar el nivel de cortisol en nuestro organismo, como la depresión, la ansiedad y el uso de ciertos medicamentos, por ejemplo, los corticoides o los anticonceptivos orales. También pueden influir enfermedades inflamatorias o autoinmunes, los tumores en las glándulas suprarrenales o en la hipófisis, así como eventos fisiológicos, como el embarazo o la menopausia", señala la experta en terapia y tratamientos cognitivos-conductuales,

Uno de los factores más investigados en relación con el cortisol es la depresión. Un estudio realizado por la Universidad de California, San Francisco, encontró que las personas con depresión tienden a tener niveles de cortisol más elevados de lo normal, lo que agrava los síntomas de fatiga, tristeza e irritabilidad. De hecho, el estrés emocional y los trastornos psicológicos pueden desencadenar un aumento constante de cortisol, creando un ciclo difícil de romper, donde la propia hormona agrava el estado mental de las personas.

Por otro lado, medicamentos como los corticoides, que se utilizan comúnmente para tratar enfermedades inflamatorias y autoinmunes, pueden elevar los niveles de cortisol de forma significativa. “El uso prolongado de corticoides, como la prednisona, puede afectar la producción natural de cortisol, lo que puede generar desequilibrios cuando se deja de tomar la medicación”, añade la psicóloga clínica. Este fenómeno es conocido como "supresión del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal", y requiere un seguimiento médico cuidadoso para evitar problemas a largo plazo.

El embarazo es otro factor importante que puede influir en los niveles de cortisol. Durante la gestación, es normal que las concentraciones de cortisol aumenten debido a los cambios hormonales, y esto es esencial para el correcto desarrollo del feto. Sin embargo, en algunos casos, este aumento puede ser excesivo, lo que provoca mayores niveles de estrés en la madre, afectando tanto su salud como la del bebé. Del mismo modo, la menopausia genera fluctuaciones hormonales que pueden alterar los niveles de cortisol, lo que a su vez afecta el estado emocional y físico de la mujer.

Un artículo publicado en Endocrinology and Metabolism, en 2019, subraya que los tumores suprarrenales o hipofisarios también pueden alterar drásticamente los niveles de cortisol, generando enfermedades como el síndrome de Cushing, donde hay una producción excesiva de esta hormona. Estos casos suelen requerir intervenciones quirúrgicas o tratamientos farmacológicos para regular la actividad de las glándulas afectadas.

Síntomas del exceso de cortisol

El cortisol, cuando se libera de manera controlada, es una herramienta poderosa que ayuda a nuestro cuerpo a enfrentar situaciones de estrés. Sin embargo, cuando sus niveles permanecen elevados de forma crónica, puede causar una serie de síntomas físicos y emocionales que varían de persona a persona.

Una de las manifestaciones más notorias del exceso de cortisol es el impacto directo sobre nuestras emociones. "Los pacientes pueden experimentar irritabilidad, sentir que cualquier pequeño inconveniente les afecta más de lo normal, o, incluso, reaccionar con agresividad o impaciencia", explica Sara Navarrete. "También es común la sensación de tristeza repentina o angustia, muchas veces sin una causa evidente, lo que puede confundirse con síntomas de depresión. En otros casos, el exceso de cortisol puede llevar a estados de exaltación o hiperactividad emocional, donde los cambios de humor son rápidos y frecuentes, generando una gran inestabilidad", añade.

El cortisol también afecta la salud de la piel. Las personas con niveles elevados de esta hormona pueden notar el desarrollo de acné, incluso en personas adultas que no suelen tener este problema. El exceso de cortisol también está relacionado con el adelgazamiento de la piel, lo que la hace más propensa a lesiones, rasguños o hematomas. "Asimismo, algunas personas pueden notar cambios en la pigmentación de la piel, como manchas o zonas decoloradas, debido a un desequilibrio en la regeneración celular y la producción de melanina", señala la experta.

De acuerdo con la especialista en psicología clínica, otro de los síntomas clave del exceso de cortisol es la dificultad para conciliar el sueño. El cortisol está estrechamente relacionado con el ciclo circadiano, por lo que niveles elevados de esta hormona pueden alterar los ritmos naturales del cuerpo.

En consecuencia, las personas pueden experimentar insomnio, despertarse a mitad de la noche o simplemente no sentir sueño en los momentos adecuados. Esta falta de descanso profundo no solo agrava el cansancio, sino que genera un círculo vicioso, ya que el estrés por no dormir bien eleva aún más los niveles de cortisol.

Uno de los efectos más serios del exceso de cortisol se encuentra en su impacto sobre el sistema cardiovascular. Según varios estudios, el cortisol eleva de manera natural la presión arterial como parte del mecanismo de respuesta al estrés, pero cuando se mantiene en niveles altos durante periodos prolongados, puede desencadenar hipertensión crónica.

Este estado puede tener graves consecuencias para la salud. “Esto incrementa el riesgo de sufrir problemas cardiovasculares, como enfermedades del corazón, accidentes cerebrovasculares o arritmias”, añade la psicóloga. La relación entre cortisol y presión arterial ha sido documentada en numerosas investigaciones, que confirman que “el estrés crónico es uno de los factores más dañinos para el sistema circulatorio”.

Además, aunque el cortisol está comúnmente asociado con el aumento de peso, especialmente debido a su papel en la acumulación de grasa abdominal, en algunas personas ocurre lo contrario. “En ciertos casos, el cortisol puede provocar una pérdida de peso rápida e inexplicable”, señala Sara Navarrete. Este fenómeno sucede porque “el cortisol estimula el metabolismo de las grasas y las proteínas, lo que puede llevar a una pérdida de masa muscular”.

La psicóloga también subraya que muchas personas con niveles elevados de esta hormona experimentan malestar físico. “Dolores musculares o debilidad generalizada son síntomas frecuentes, ya que el cortisol también puede interferir con la reparación y regeneración de los tejidos musculares”, añade.

Además de los síntomas mencionados, el exceso de cortisol puede manifestarse de otras formas menos específicas pero igualmente problemáticas. Algunas personas pueden sufrir dolores de cabeza frecuentes y mareos, probablemente debido a los efectos de esta hormona sobre los vasos sanguíneos y la presión arterial. Otros pueden experimentar problemas digestivos como gastritis o úlceras, ya que el cortisol, al estar relacionado con el estrés, puede alterar la producción de ácidos gástricos.

Ahora bien, detectar un exceso de cortisol no siempre es sencillo, debido a la variedad de síntomas que puede presentar. Sin embargo, es fundamental identificar los niveles hormonales para poder abordar el problema adecuadamente. “En cualquier caso, para saber si hay un exceso de cortisol, se puede medir su nivel mediante análisis de sangre, orina o saliva”, añade la especialista.

  • Análisis de sangre: es la prueba más común y se realiza, preferentemente, por la mañana, cuando los niveles de cortisol suelen estar en su punto más alto.
  • Análisis de orina: este método mide la cantidad de cortisol que se excreta en la orina durante un periodo de 24 horas, lo que da una idea clara de los niveles diarios de esta hormona.
  • Test de saliva: permite evaluar las fluctuaciones del cortisol a lo largo del día mediante varias muestras, lo que ayuda a entender si los niveles están dentro de los rangos normales en los diferentes momentos de la jornada.

Cabe destacar que el cortisol se mide en microgramos por decilitro (µg/dL), donde 1 µg/dL equivale a 1 microgramo de cortisol por cada decilitro de sangre. Por lo tanto, en sangre, los niveles normales de cortisol son de 6-23 µg/dL por la mañana y de 3-15 µg/dL por la tarde; en orina de 24 horas, son de 10-100 µg/24 h; y en saliva, de 0.2-1.0 µg/dL por la mañana y de 0.05-0.3 µg/dL por la noche.

Impacto del cortisol en el día a día

El cortisol no solo afecta nuestra mente, sino que también tiene un impacto profundo en nuestra vida cotidiana. Diversos estudios han señalado que niveles altos de esta hormona están asociados con una disminución de la capacidad cognitiva y la memoria a corto plazo. Un estudio publicado por Neurology Journals, en 2018, reveló que niveles elevados de cortisol pueden estar vinculados a una reducción del volumen cerebral, específicamente en el hipocampo, una región clave para la memoria y el aprendizaje. Esto afecta directamente la concentración y la capacidad de retener información, generando dificultades tanto en la vida personal como profesional.

“Cuando los niveles de cortisol permanecen elevados durante mucho tiempo, el cerebro se ve afectado. Las personas suelen notar que les cuesta más concentrarse o que olvidan cosas con mayor frecuencia”, explica la psicoterapeuta. Esta alteración en la función cerebral también puede manifestarse en una toma de decisiones más impulsiva y en una mayor dificultad para planificar tareas, lo que agrava la sensación de sobrecarga mental y empeora el manejo del estrés diario.

Además de los efectos sobre la memoria, diversas investigaciones han demostrado que las personas con niveles crónicos altos de cortisol tienen un mayor riesgo de sufrir trastornos emocionales, como la depresión y la ansiedad. Un estudio realizado por la Universidad de Yale, en 2019, descubrió que el exceso de cortisol reduce la conectividad entre las áreas del cerebro que regulan el estado de ánimo, lo que puede conducir a un aumento de los sentimientos de tristeza y angustia.

“El estrés crónico crea un círculo vicioso: el cortisol aumenta como respuesta al estrés, pero a su vez, niveles elevados de esta hormona empeoran la gestión emocional. Nos volvemos más reactivos, más irritables, y eso perpetúa el malestar”, señala Navarrete. Este ciclo difícil de romper también afecta las relaciones interpersonales y el bienestar general, ya que las personas tienden a aislarse o a experimentar conflictos con los demás, debido a la inestabilidad en las emociones.

Por si fuera poco, el cortisol también influye en la calidad del sueño, otro factor clave en nuestra vida diaria. Un artículo publicado en Psychoneuroendocrinology, en 2020, señaló que los altos niveles de cortisol durante la noche interfieren con los ciclos de sueño profundo, lo que provoca insomnio o una sensación constante de fatiga, incluso después de dormir horas suficientes. Esta falta de descanso agrava aún más los problemas de concentración y estado de ánimo, creando un bucle donde el cuerpo nunca llega a recuperarse completamente del estrés.

Así puedes reducir los niveles de cortisol

Mantener controlado el cortisol es clave para evitar sus efectos negativos en la salud física y mental. Sara Navarrete sugiere varias recomendaciones para reducir esta hormona de forma natural:

  • Dormir bien: “Dormir ocho horas al día es fundamental para mantener el equilibrio hormonal”, subraya.
  • Ejercicio físico: actividades como caminar, yoga o natación ayudan a liberar tensiones.
  • Técnicas de relajación: prácticas como el mindfulness o la meditación han demostrado ser efectivas para reducir el cortisol. De hecho, un estudio realizado en 2013 por el Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism encontró que la meditación regular puede disminuir considerablemente los niveles de esta hormona.
  • Buena organización diaria: llevar una agenda ordenada y evitar la multitarea reduce el estrés diario.
  • Alimentación e hidratación adecuada: evitar el consumo excesivo de cafeína y mantener una dieta equilibrada ayuda a mantener los niveles hormonales estables.
  • Relaciones sociales saludables: relacionarse con personas que aportan bienestar y evitar ambientes tóxicos contribuye al equilibrio emocional.

¿Puede haber un déficit de cortisol?

"Completamente. Aunque el exceso de cortisol suele ser más común en situaciones de estrés crónico, el déficit de cortisol también puede tener consecuencias graves para la salud", alerta la especialista en psicología clínica. "Una de las condiciones más conocidas relacionadas con la insuficiencia de esta hormona es la enfermedad de Addison, una patología rara pero potencialmente mortal. Esta enfermedad se produce cuando las glándulas suprarrenales no son capaces de generar suficiente cortisol, lo que afecta a una serie de procesos vitales", explica.

“Un déficit de cortisol puede provocar fatiga extrema, debilidad muscular, pérdida de apetito, náuseas, mareos, e incluso episodios de hipotensión o niveles bajos de azúcar en sangre”, continúa Sara Navarrete. Los síntomas de la enfermedad de Addison son generalmente insidiosos y pueden empeorar si no se trata a tiempo, pudiendo desencadenar lo que se conoce como una crisis suprarrenal, un evento de emergencia médica que puede causar colapso cardiovascular.

Según un artículo de la Mayo Clinic, la enfermedad de Addison es generalmente causada por problemas autoinmunes, en los que el cuerpo ataca sus propias glándulas suprarrenales, o por daño físico a estas glándulas, ya sea por infecciones o tumores. También puede ser una consecuencia del uso prolongado de medicamentos esteroides, como los corticoides, que suprimen la función suprarrenal. El tratamiento para la insuficiencia suprarrenal suele implicar terapias hormonales sustitutivas, donde se administran medicamentos para reemplazar el cortisol faltante y restaurar el equilibrio hormonal en el cuerpo.

Un estudio publicado en The Lancet, en 2020, subraya que la detección precoz y el tratamiento de la insuficiencia suprarrenal son cruciales para prevenir complicaciones graves. “El tratamiento hormonal es eficaz, pero los pacientes deben ser monitoreados regularmente para ajustar las dosis y evitar posibles efectos secundarios”, describen en la investigación. Aunque menos frecuente que los trastornos causados por el exceso de cortisol, el déficit de esta hormona puede ser igualmente debilitante si no se maneja de manera adecuada.

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