PSICOLOGÍA

Una psicóloga explica las 13 señales que identifican a la gente con baja inteligencia emocional

No está reñida con ser buena o mala persona, pero sí es crucial para manejar conflictos y desafíos cotidianos. Una psicóloga indica 13 señales fundamentales que caracterizan este tipo de personalidad.

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Miriam Méndez

Madrid |

Cómo saber si tienes baja inteligencia emocional: 13 señales fundamentales de una psicóloga para identificarlo
Cómo saber si tienes baja inteligencia emocional: 13 señales fundamentales de una psicóloga para identificarlo | Cómo saber si tienes baja inteligencia emocional: 13 señales fundamentales de una psicóloga para identificarlo

La inteligencia emocional se ha consolidado como una de las habilidades clave para el éxito personal y profesional. Un estudio de TalentSmart revela que el 90% de las personas con alto rendimiento laboral poseen altos niveles de inteligencia emocional, mientras que solo el 20% de quienes presentan un bajo rendimiento destacan en esta competencia.

Pero, ¿qué significa realmente tener inteligencia emocional? En términos simples, se trata de la capacidad para reconocer, comprender y gestionar tanto nuestras emociones como las de los demás. Esta habilidad nos permite afrontar situaciones difíciles con calma, establecer relaciones sólidas y gestionar el estrés de forma efectiva. Sin embargo, cuando falta, las consecuencias suelen ser evidentes: desde problemas de comunicación hasta conflictos personales y laborales.

Aunque esta capacidad invisible puede marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso en nuestras relaciones personales y profesionales, no todos la desarrollan de la misma manera. A veces, lo que pensamos que es mala actitud o torpeza social es en realidad un reflejo de una baja inteligencia emocional.

Ahora bien, ¿cómo se identifica la falta de inteligencia emocional? Laura Gutiérrez, psicóloga escolar, psicopedagoga y orientadora educativa, destaca 13 señales clave para reconocer cuándo una persona carece de esta habilidad fundamental.

Incapacidad para reconocer y gestionar emociones

Una de las señales más evidentes de baja inteligencia emocional es la dificultad para identificar y regular tanto las propias emociones como las de los demás. Esto se traduce en problemas para reconocer sus propios sentimientos, lo que puede llevar a reacciones desproporcionadas e inapropiadas. Laura Gutiérrez destaca que la incapacidad para gestionar las emociones no solo afecta el bienestar personal, sino que también tiene consecuencias en el entorno laboral y social.

"Las personas que no logran identificar cómo se sienten tienden a reaccionar impulsivamente. Esto se manifiesta en respuestas emocionales exageradas o inapropiadas ante situaciones cotidianas, que generan conflictos y tensiones innecesarias", explica la psicóloga.

Reacciones impulsivas y falta de control emocional

El control emocional es una habilidad crucial para manejar situaciones difíciles de forma calmada y efectiva. Sin embargo, quienes presentan baja inteligencia emocional suelen reaccionar impulsivamente ante cualquier situación que perciban como estresante o desafiante. Esto se refleja en explosiones de ira por motivos menores, crisis de ansiedad descontroladas o la incapacidad para mantener la calma ante contratiempos.

"La ausencia de regulación emocional no solo intensifica los conflictos, sino que también perjudica el ambiente laboral. Una persona que no puede controlar sus emociones crea un clima de tensión que afecta a todos los que la rodean", comenta Gutiérrez.

Falta de empatía y dificultades para establecer relaciones

La empatía es un componente esencial de la inteligencia emocional, y su ausencia puede generar serias dificultades en la vida personal y social de las personas. Aquellos que carecen de empatía suelen tener problemas para reconocer y comprender las emociones ajenas, lo que se manifiesta en comportamientos insensibles, respuestas frías y la tendencia a emitir juicios apresurados sin considerar las circunstancias de los demás.

"La falta de empatía limita la capacidad para construir relaciones profundas y genera conflictos recurrentes, ya que estas personas no logran ofrecer el apoyo emocional necesario o entender las perspectivas ajenas," aclara la psicóloga.

Este déficit también se refleja en la forma en que manejan los conflictos. Sin la capacidad de comprender los sentimientos y necesidades de los demás, resulta difícil encontrar soluciones efectivas. En lugar de buscar entendimiento, las personas con baja empatía tienden a reaccionar de manera defensiva o agresiva, o incluso a evitar completamente las situaciones problemáticas.

La experta enfatiza que quienes tienen baja inteligencia emocional, a menudo, no perciben el impacto de sus acciones y no muestran interés por el bienestar emocional de quienes los rodean. Esta insensibilidad provoca interacciones superficiales y conflictivas, lo que afecta tanto sus vínculos personales como su capacidad para desenvolverse en entornos sociales y laborales.

Comunicación ineficaz: malentendidos y frustraciones

La comunicación es uno de los pilares de la inteligencia emocional, y cuando falla, afecta a todos los aspectos de la vida social y laboral. Las personas con baja inteligencia emocional suelen mostrar dificultades en este ámbito a través de señales claras, tanto verbales como no verbales. Cambios abruptos en el tono de voz, como elevar la intensidad o hablar en tono bajo y apagado, pueden reflejar emociones desbordadas como frustración, ira o ansiedad.

Otra señal es el uso de un lenguaje absoluto, con expresiones que incluyen términos como "siempre" o "nunca". Según la psicóloga, este tipo de comunicación refleja una visión rígida y extremista que dificulta la comprensión de matices y suele estar asociada con una falta de control emocional.

La comunicación ineficaz también se manifiesta en una tendencia a centrarse en lo negativo. Personas con baja inteligencia emocional suelen repetir quejas sin buscar soluciones, perpetuando un ciclo de frustración y malestar. Esta tendencia se agrava cuando describen situaciones menores como si fueran grandes tragedias, evidenciando una dificultad para regular las emociones y mantener la objetividad en sus interacciones.

El déficit de escucha activa es otro factor crítico. Interrumpir, no prestar atención o estar más enfocado en sus propios sentimientos que en los de los demás, limita su capacidad para comprender e interactuar con las emociones ajenas, generando malentendidos constantes. A esto se suma una actitud defensiva ante críticas, lo que revela problemas para aceptar retroalimentación y aprender de ella, obstaculizando la comunicación constructiva.

Finalmente, la evitación de conversaciones sobre temas emocionales es una señal inequívoca de dificultades en la gestión de las propias emociones. Cambiar de tema, evitar profundizar en sus sentimientos o mostrar incomodidad ante estos diálogos refleja una barrera que impide la conexión emocional genuina, tanto con uno mismo como con los demás.

La manifestación física de la baja inteligencia emocional

Existen determinadas señales físicas y de lenguaje corporal que delatan dificultades en la gestión emocional. Uno de los indicios más evidentes es la presencia de expresiones faciales desajustadas. Las personas con estas dificultades pueden exhibir reacciones que no se alinean con el contexto emocional de la situación; por ejemplo, pueden sonreír de manera inapropiada o mostrar indiferencia ante acontecimientos que deberían provocar una respuesta emocional significativa.

La postura corporal también juega un papel crucial. Según cuenta Laura, "una postura cerrada, como cruzar los brazos o encorvarse, es un claro signo de incomodidad que puede generar barreras en las interacciones sociales, haciendo que las personas se sientan distantes o poco accesibles", añade.

Además, la falta de contacto visual es un comportamiento recurrente entre aquellos que presentan baja inteligencia emocional. "Evitar mirar a los demás a los ojos puede interpretarse como inseguridad o desinterés en la conversación. En consecuencia, otros se podrían sentir ignorados o poco valorados", explica Gutiérrez.

Los movimientos nerviosos, como juguetear con objetos o realizar gestos repetitivos, también son manifestaciones comunes de ansiedad. Estos comportamientos son indicativos de una incapacidad para manejar adecuadamente las emociones en situaciones estresantes, lo que puede interferir en la calidad de las interacciones personales y laborales.

Por último, las reacciones exageradas ante situaciones cotidianas, ya sea a través de gestos desmedidos o risas desproporcionadas, evidencian una dificultad para regular las emociones de manera efectiva.

Baja inteligencia emocional: diferencias de género

De acuerdo con la especialista, existen algunas diferencias de género en las manifestaciones de baja inteligencia emocional, y están influenciadas por la socialización que reciben hombres y mujeres desde una edad temprana.

En los hombres, la cultura favorece la expresión controlada de emociones, lo que, en ocasiones, resulta en la represión de la tristeza y la sustitución de esta por reacciones agresivas o defensivas. "La socialización masculina fomenta la idea de que expresar vulnerabilidad es un signo de debilidad, lo que puede resultar en un comportamiento emocional superficial", explica la psicóloga.

Por ejemplo, muchos hombres evitan las conversaciones sobre sentimientos, optando por desviar el tema o cerrarse emocionalmente, lo que puede generar frustración y conflictos en sus relaciones interpersonales. Además, la tendencia a manifestar ira como reacción a situaciones que desencadenan vulnerabilidad puede ser un síntoma de baja inteligencia emocional. "El enfado o ira suele ser más aceptable socialmente que la tristeza en el contexto masculino", añade.

Por otro lado, las mujeres suelen ser más expresivas emocionalmente, lo que les permite exteriorizar sus sentimientos con mayor facilidad. No obstante, aunque esta mayor propensión a verbalizar emociones puede facilitar la comunicación y conexión emocional con los demás, también presenta desventajas. La presión social por ser empáticas puede hacer que las mujeres descuiden su propia salud emocional, lo que, según un estudio de la Universidad de Harvard, conduce a un agotamiento emocional por la internalización de las emociones ajenas.

Consejos y técnicas para desarrollar tu inteligencia emocional

Desarrollar la inteligencia emocional es un proceso continuo que implica autoconocimiento, empatía y habilidades de comunicación. A continuación, la psicóloga presenta algunas estrategias efectivas para mejorar esta capacidad vital:

  • Reconoce y nombra tus emociones: "El primer paso para mejorar la inteligencia emocional es identificar y entender tus propias emociones" cuenta Laura. Esto implica ser consciente de cómo te sientes en diferentes situaciones, ya sea en una discusión con una pareja o ante un desafío personal. Pregúntate: ¿Estoy molesto, decepcionado o triste?
  • Solicita retroalimentación de otros: escuchar a quienes te rodean puede ofrecerte una perspectiva valiosa. Laura Gutiérrez aconseja preguntar a amigos o familiares sobre cómo perciben tus reacciones en diversas situaciones.
  • Fomenta la empatía a través de la lectura: la literatura es una herramienta poderosa para desarrollar la empatía. Según un artículo del New York Times, leer ficción mejora la comprensión de las emociones ajenas y enriquece tus habilidades para escuchar. Al leer diferentes perspectivas, aprenderás a valorar las emociones de los demás y a encontrar puntos en común en las interacciones.
  • Practica la auto-reflexión: dedica tiempo a reflexionar sobre tus reacciones emocionales y cómo estas impactan tus relaciones. Llevar un diario emocional puede ser útil; anota tus sentimientos, situaciones que los desencadenan y cómo respondes.
  • Involúcrate en actividades de desarrollo emocional: participar en talleres o cursos sobre inteligencia emocional puede ofrecerte herramientas adicionales para manejar tus emociones y comprender mejor a los demás. Estas experiencias pueden incluir ejercicios prácticos, juegos de rol y dinámicas grupales que fomentan la autoconciencia y la empatía.