Beber agua es esencial para nuestra salud. De hecho, mantenernos bien hidratados es un hábito que ayuda a que nuestro organismo trabaje mejor, pero hay que tener cuidado, ya que beber cantidades excesivas en un corto período de tiempo puede llevar a una condición llamada intoxicación por agua o hiponatremia. Así nos lo aclara Mónica Herrero, especialista en Nutrición y Dietética, en su propia consulta privada en Zaragoza: "Si tomamos excesiva cantidad de agua y, afortunadamente, tenemos un buen sistema de filtración gracias a nuestros riñones y si es algo puntual no tendría que pasar nada, pero si esta práctica se lleva a largo plazo, se puede producir lo que se conoce hiponatremia, donde hay una excesiva dilución de los compuestos de la orina y eso puede llevar a problemas graves de salud".
La hiponatremia se produce cuando se diluyen los niveles de sodio en el cuerpo debido a la ingestión excesiva de agua, lo que puede provocarnos a un desequilibrio electrolítico.
Los síntomas más típicos de la intoxicación por agua incluyen:
- Náuseas
- Dolor de cabeza
- Confusión
- Convulsiones
- En casos graves, incluso puede causar coma o la muerte.
Es importante destacar que la intoxicación por agua es rara y, generalmente, está asociada con un consumo extremadamente alto en un corto período de tiempo.
Cantidad de agua recomendada
"Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo recomendable es beber entre 1,5 y 2 litros de agua al día, pero hay otros factores que hay tener en cuenta", apunta Herrero. Por ejemplo, algunos factores que están muy presentes son la edad y el sexo: "La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) recomienda en edades entre los 9 y los 13 años: 1,9 litros para las niñas y 2,1 litros para los niños; para la población adolescente y adulta y para las personas mayores: 2 litros para las mujeres y 2,5 para los hombres".
Otros factores a tener en cuenta es el deporte. "Si se realiza ejercicio se debe beber agua adicional para cubrir la pérdida de líquidos. Lo recomendable es la ingesta de agua antes, durante y después de un entrenamiento. De la misma manera, las condiciones climáticas es un factor a tener en cuenta, dependerá de la temperatura, si hay más sudoración por temperaturas altas, habrá que beber más agua", nos aclara Mónica Herrero.
Además, "por salud, hay enfermedades que necesitan una mayor reposición hídrica, son los casos de sufrir fiebre, vómitos, diarrea, infección de orina… Y también en estados fisiológicos determinados, como en el embarazo o lactancia. Las mujeres que están embarazadas o en período de lactancia necesitan líquidos adicionales para mantenerse hidratadas".
Riesgos de beber poca agua
Sin duda, beber muy poca agua durante el día puede tener varios efectos negativos en la salud. Sobre todo en épocas en las que hace mucho calor o cuando hemos realizado un ejercicio físico fuerte.
El agua es esencial para muchas funciones corporales y mantener un equilibrio adecuado es crucial. La nutricionista Mónica Herrero nos indica algunos de los riesgos asociados con la baja ingesta de agua incluyen:
- Deshidratación: ocurre cuando la pérdida de agua del cuerpo es mayor que la cantidad que se está consumiendo. Puede llevar a síntomas como sed extrema, sequedad en la boca y la piel, orina oscura y concentrada, fatiga, mareos e incluso desmayos.
- Problemas renales: ingerir agua insuficiente puede contribuir a la formación de cálculos renales, ya que el agua ayuda a diluir las sustancias que pueden cristalizarse y formar cálculos en los riñones.
- Problemas digestivos: el agua es esencial para el proceso digestivo. Por lo que, la falta de ella puede provocar a problemas como el estreñimiento, puesto que el agua ayuda a ablandar las heces y facilita su paso a través del sistema digestivo.
- Problemas en la piel: una hidratación adecuada es importante para mantener la piel saludable. La falta de agua puede contribuir a la sequedad, descamación y envejecimiento prematuro de la piel.
- Problemas cognitivos: la deshidratación puede afectar la concentración y la función cognitiva. Además, puede causar confusión, dificultad para concentrarse y fatiga mental.
- Problemas cardiovasculares: la deshidratación puede afectar la viscosidad de la sangre, aumentando el riesgo de coágulos sanguíneos y otros problemas cardiovasculares.