Las personas jóvenes han sufrido cuatro grandes crisis en los últimos años: la Gran Recesión, la pandemia de la COVID-19, la inflación y la actual crisis de acceso a la vivienda; las cuales han deteriorado progresivamente sus condiciones socioeconómicas y limitado sus perspectivas de futuro. Según los datos más recientes de la Encuesta de Condiciones de Vida del INE, más de uno de cada cuatro jóvenes (27,4%) se encuentra en riesgo de pobreza o exclusión social.
Actualmente, la juventud se encuentra en una encrucijada definida por el difícil acceso a la vivienda, la precariedad en el empleo, la desigualdad de renta y riqueza y las elevadas cifras de riesgo de pobreza. Estas dinámicas sociales son interdependientes y dibujan un escenario altamente adverso para que las personas jóvenes puedan completar el proceso de abandonar el hogar de origen para formar uno propio.
El precio medio de una habitación en ciudades como Madrid o Barcelona ronda los 500 euros de media, y las condiciones de las mismas dejan mucho que desear: un tercio no tienen siquiera ventanas a la calle o luz natural.
La mayoría viven de alquiler y necesitan ayuda económica
Un problema como una casa: es la radiografía que dibuja el Consejo de la Juventud en un informe del que se desprende que siete de cada diez jóvenes optan por el alquiler a la hora de emanciparse. Lo hacen sobre todo para compartir gastos, pero aún así, un tercio necesitan ayuda económica de sus familias para poder pagar la renta . Sin embargo, la gran mayoría, ocho de cada diez, se comprarían una vivienda, pero se ven forzados a compartir piso con desconocidos. El precio es el principal motivo, pero no el único porque los bajos salarios están a la orden del día entre la población joven. La capacidad de ahorro de quienes se emancipan es nula; el 41,1% ahorra menos de cien euros al mes debido a que un 34,5% no cobra ni mil euros, incluso, teniendo trabajos cualificados.