Madrid |
Se parte de una idea básica: en ausencia de gravedad, el cuerpo de los astronautas sufre cambios importantes, en su masa muscular, en la densidad de sus huesos y también en los fluidos. Son cambios que hay que estudiar al detalle para evitar problemas serios de salud y las agencias espaciales desarrollan programas para investigar los efectos y paliarlos.
Por ejemplo, existen estudios de reposo en cama en los que los participantes, siempre voluntarios, permanecen en una cama durante largos periodos de tiempo con la cabeza 6 grados por debajo de la línea horizontal. Además tienen que tocar la cama con un hombro en todo momento y no se excluyen las comidas, las duchas o las visitas al aseo.
También se hacen experimentos rebajando los niveles de oxígeno o utilizando una centrifugadora que hace girar a los voluntarios para recrear la atracción de la gravedad hacia sus pies mientras permanecen tumbados.
Ahora la Agencia Espacial Europea va a iniciar un nuevo estudio en Francia: 20 voluntarias permanecerán suspendidas durante cinco días en unos contenedores similares a una bañera, para emular la experiencia de flotar que los astronautas viven en la Estación Espacial internacional
Todos estos experimentos, que a veces se parecen más a torturas medievales, no sólo aportan beneficios a la exploración espacial, los datos también tienen aplicación, por ejemplo, para aquellas personas que deben permanecer en reposo durante largos periodos de tiempo.