Desde hace casi 130 años, el kilo ha sido definido como la masa de un cilindro de una aleación de platino e iridio que era guardada en una caja de alta seguridad de Francia. Pero se ha comprobado que, con el paso del tiempo, el kilo original, ha perdido unos 50 microgramos.
A nivel cotidiano esto da igual, no cambia mucho que una persona pese 72 kilos o 72 con 000005; pero en experimentos científicos esta diferencia sí que es importante. De forma, que el nuevo kilo ya no va a depender de un elemento físico como el cilindro del que hablaba antes; el nuevo, que entrará en vigor en mayo de 2019, va a quedar fijado con un instrumento científico que permite comparar la energía mecánico con la electromagnética.
Las básculas que se fabriquen a partir del año que viene ya se habrán adaptado al nuevo kilo, pero la diferencia es tan pequeña que cuando nos pesemos en casa o pesemos los tomates en el supermercado el resultado va a ser casi el mismo. Ni vamos a pesar menos ni nos van a cobrar menos en el supermercado.