Es sobradamente conocido que el verano puede tener muchos efectos positivos para nuestra salud. Las horas de sol nos ayudan a producir más serotonina, vitamina D y mejorar nuestro estado de ánimo, pero en estos días de ola de calor conviene recordar que nuestro cuerpo tiene un limite.
Es habitual ver cómo en días como estos se produce un mayor número de golpes de calor, a los que se llega cuando el hipotálamo, la región del cerebro que regula nuestra temperatura corporal, deja de funcionar correctamente. Esto se produce cuando el cuerpo supera los 40 grados.
En días de mucho calor el hipotálamo tiene que que trabajar mucho más para que nuestra temperatura corporal se mantenga por debajo de ese límite de los 40 grados. Esto hace que los impulsos nerviosos tarden más en propagarse y nuestra respuesta a los estímulos es mucho más lenta, por lo que estamos más cansados, apáticos, irritables y confusos.
Todo esto afecta negativamente a nuestras neuronas, más concretamente a un tipo específico de ellas: las células de Purkinje. Estas son las encargadas de la función motora, por lo que es normal que entre los síntomas más comunes de los golpes de calor se encuentren afectaciones a la coordinación y el equilibrio.
La falta de sueño también es otro de los síntomas que puede afectar a la actividad del hipotálamo. Nuestro sistema nervioso aprovecha las horas de sueño para realizar funciones de mantenimiento en nuestro cuerpo, por lo que la falta de estas horas puede ser gravemente perjudicial.