La única señal de luto en el funeral de María Jiménez han sido los penachos negros de los cuatro caballos que han tirado de la carroza con el féretro. La ceremonia se ha celebrado en la iglesia de Santa Ana, situada en el barrio de Triana de Sevilla, donde ha sido despedida por sevillanas, "como ella quería", tal y como han comentado los trianeros y, sobre todo, las trianeras.
Un fandango, la salve rociera y otros cantes y toques de inequívoco aire flamenco han acompañado la misa de funeral de la cantante, bailaora y actriz, que murió este 7 de septiembre a los 73 años. La iglesia, abarrotada de gente que había acudido a despedirla, ha recibido el féretro con palmas por ritmo de sevillanas y gritos de "ole, ole, ole".
Asimismo, sus familiares y allegados han colocado junto al altar una fotografía de María Jiménez y una especie de estandarte que reproducía el dibujo de las plumas de un pavo real. Los sevillanos también han acompañado a la carroza fúnebre desde que a las once menos cuarto salió de la capilla ardiente instalada en el Ayuntamiento de Sevilla hasta que una hora y media después ha llegado al templo de Triana.
Cientos de personas han aguardo el paso de la carroza por la calle Pureza, por el Puente de Triana y, antes, por el Paso de Colón y por el barrio del Arenal, tal y como ella había dejado dispuesto en vida.
Por su parte, el párroco ha tenido que pedir antes de comenzar el oficio religioso que guardasen los teléfonos móviles y mantuviesen el respeto dentro del templo. "Por el cariño a María, por el respeto a su familia, mantengamos lo que corresponde en este momento", ha apuntado. Sin embargo, al menos tres personas han pasado con pantalón corto y con gorras deportivas.
María ha muerto para el mundo, pero ya goza de la primavera en el Cielo
El párroco ha recordado que la cantante, "a Triana la ha llevado siempre en el alma" y ha citado al cantatautor Víctor Jara cuando dijo "si muere el cantor muere la vida", pero advirtiendo que el chileno carecía de fe y que los que gozan de ese don saben que "María ha muerto para el mundo, pero ya goza de la primavera en el Cielo".
Los hermanos Alpresa, muy amigos de María Jiménez, son quienes han cantado y han tocado por sevillanas, una soleá de Triana y hasta un fandango -"No le temo a la muerte, porque morir es natural, le temo más a la vida...- que se han ido intercalando en un oficio religioso al que ha asistido el alcalde de Sevilla, José Luis Sanz, y amigas de la cantante como la tonadillera María José Santiago y la aristócrata Eugenia Martínez de Irujo.