En 2016, la Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió un informe con recomendaciones, como la aplicación de este impuesto, para los gobiernos de países desarrollados con el objetivo de reducir el consumo de productos nocivos y mejorar la salud de la población.
Los investigadores Judit Vall Castelló y Guillem López Casanovas han realizado un estudio con datos de una cadena de supermercados que tiene el 10% del mercado en Cataluña y que proceden de las ventas semanales de 105 productos.
Los resultados muestran una reducción del consumo de bebidas azucaradas del 22%, que equivale a seis litros semanales, respecto al que había antes de la aplicación del impuesto y se sustituye por el consumo de bebidas tipo light o cero.
Estos resultados suponen una ingesta de 107 calorías menos por persona y semana entre los consumidores, y el impacto de la aplicación del impuesto es más fuerte en las regiones no turísticas de Cataluña y zonas con las tasas de obesidad más altas.
Los investigadores consideran que estos resultados son relevantes porque otros países tienen previsto introducir impuestos similares y su aplicación puede conducir a mejoras en la salud de la población a medio y largo plazo.