Esta operación se inició en enero de 2017 y desde entonces se ha detenido a 52 personas por tráfico de personas. En este caso, los tres nuevos arrestados introdujeron ilegalmente en España a 44 inmigrantes, a los que cobraban 4.500 euros a cada uno, con lo que este grupo delictivo podría haber logrado unos beneficios de unos 200.000 euros.
La red introducía en Melilla a inmigrantes de procedencia subsahariana ocultos en dobles fondos de vehículos a través de los pasos fronterizos con Marruecos. Conocedores de los métodos y protocolos de actuación de la Guardia Civil en los registros y para dar apariencia de normalidad, simulaban ser una familia.
Para ello sentaban a las mujeres en los asientos delanteros junto al conductor y en los traseros a niños de corta edad, justo en el lugar donde debajo iban los inmigrantes ocultos en situaciones lamentables. Esta forma de ocultar a los inmigrantes suponía un riesgo para su integridad física por asfixia, con cortes o inhalación de gases, lo cual requería en muchas ocasiones su auxilio, rescate y asistencia médica in situ y su derivación a centros hospitalarios.
La organización criminal investigada estaba perfectamente estructurada, integrada por un número superior a trece personas, quienes tenían un reparto de funciones dentro de la misma. Unos dinamizaban las entradas, otros coordinaban las extracciones de los migrantes del interior de los vehículos y los conductores se convertían en cómplices necesarios al participar en el perfeccionamiento del delito.
Las víctimas eran transportadas semidesnudas y tras ser extraídas en distintos puntos de la ciudad, alejados de miradas indiscretas y con grandes medidas de seguridad para no ser descubiertos, los traficantes los tiraban como mercancía, les arrojaban ropa y dejaban a su suerte, huyendo rápidamente del lugar. Además, los componentes de la organización criminal amenazaban a las víctimas con infringir daño a sus familiares o a ellos mismos, si colaboraban con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.