Un total de cuatro violaciones se han denunciado en las últimas semanas en nuestro país. Todas grupales y todas llevadas a cabo por hombres jóvenes, algunos de ellos menores de edad, y también a chicas jóvenes:
- Málaga: la madrugada del 9 al 10 de mayo, una mujer de 30 años denunció a tres hombres de 19, 30 y 31 años por una violación grupal.
- Burjassot (Valencia): el 16 de mayo, dos niñas de 12 y 13 años denunciaron que cinco adolescentes de entre 15 y 17 las habían agredido sexualmente en una casa abandonada.
- Vila-real (Valencia): otra joven de 18 años denunció el sábado 21 de mayo una violación múltiple por la que fueron detenidos tres menores de entre 14 y 18 años.
- San Juan de los Terreros (Almería): una mujer de 30 años denunció que tres hombres la habían agredido sexualmente en grupo la noche del sábado al domingo 22 de mayo. Los acusados tienen entre 18 y 21 años.
A pesar de estos datos, la secretaria de Estado de Igualdad, Ángela Rodríguez, llamó a la calma este viernes asegurando que, según los informes de criminalidad del Ministerio del Interior, no había habido aumento de las violaciones en grupo en España a pesar de que en los últimos días sí ha habido un repunte en este tipo de denuncias.
¿Qué responsabilidad tienen los padres?
No obstante, es inevitable plantearse qué sucede en la cabeza de estos jóvenes para llegar al punto de cometer una agresión sexual o qué puede estar fallando, no sólo en la sociedad, sino también a nivel educativo. Y en ese punto, entra la figura de los padres, que se plantean qué tipo de responsabilidad tienen ellos en el comportamiento de sus hijos.
Por eso, desde Por fin no es lunes, hemos querido compartir la lección que Pablo Pombo, colaborador del programa, ha querido dar a sus hijos para concienciarles sobre la importancia del sexo consentido y hacerles ver la irrealidad que hay detrás de los contenidos para adultos en Internet, así como los riesgos que entraña su consumo.
La carta de un padre a su hijo
"Hablemos con nuestros chavales. Contémosles que los hombres de verdad queremos que las mujeres –nuestras madres y hermanas, nuestras amigas y nuestras hijas-, sean más libres y no menos. Ser un hombre de verdad consiste necesariamente en eso.
Y ahí es donde tenemos que dar ejemplo. Nuestra labor, en este tiempo que todo lo sexualiza, que quiere convertir nuestros placeres en mercancías, pasa por retrasar el acceso de nuestros hijos a las pantallas y al contenido para adultos. Y si ya es tarde, por explicarles que ese contenido puede dar algunas veces ciertos placeres efímeros pero nunca enseñarte nada sobre el sexo ni sobre nada.
Eso que ves no te enseña a ser mejor en la cama, porque el sexo no es una 'gincana' llena de espasmos y la belleza nunca podrá salir de los quirófanos estéticos. Nada puede ser más excitante que el sexo con afecto. La gozadora está por debajo de la piel. No hay nada comparable.
A nuestros hijos, debemos explicarles que la responsabilidad individual no puede diluirse en la sinrazón del grupo, que no existe justificación, que la vida tiene mucho que ver con mantener el criterio y la libertad personal.
La hombría siempre se ha medido por la honradez y por la entereza, también, por la capacidad de plantarle cara a los brutos, a los abusones, a los acosadores. El rebaño, hijo, la manada no nos hace más hombres, nos hace menos humanos.
El sexo, el mejor de todos los juegos, se juega sin más reglas que la del pacto y cuando la mayor y la más divertida expresión de la intimidad termina, cuando volvemos al planeta tierra, toca cocinar juntos, poner la mesa juntos y brindar de igual a igual".