El último informe de la FAD asegura que en los últimos cuatro años, desde 2017 a 2021, uno de cada cinco hombres jóvenes, con edades comprendidas entre los 15 y los 29 años, niegan la violencia de género o consideran que se trata de "un invento ideológico". La FAD ha calificado este aumento del 20% de "especialmente preocupante".
Por otro lado, el porcentaje de mujeres que piensan que la violencia de género sí es un problema social grave se ha incrementado del 72,4% al 74,2% y el de hombres, ha disminuido del 54,2% al 50,4%.
Sin embargo, en el mismo periodo de tiempo se ha incrementado también el porcentaje de mujeres que se consideran feministas, pasando del 46,1% al 67,1%, y el porcentaje de hombres ha subido del 23,6% al 32,8%.
Formas más frecuentes de violencia dentro de la pareja
El estudio publicado por la FAD también indica que "la evolución de la percepción sobre situaciones inaceptables de discriminación también se ha mantenido relativamente estática entre 2017 y 2019". Pero comentan que el principal cambio está en la valoración de los piropos por la calle, que las mujeres han pasado de señalarlos como "discriminación intolerable", de un 24,8% a un 42,6%.
Asimismo, el porcentaje de mujeres que dicen haber presenciado situaciones de violencia de género en su entorno es mayor que el de los hombres. Entre los casos más comunes están:
- Revisar el móvil (59,7% ellas, 38,7% ellos).
- Controlar lo que hace la otra persona (54,5% ellas, 28,4% ellos).
- Decirle con quién puede hablar o salir (51,6% ellas, 23,5% ellos).
- Insultar y humillar a su pareja (49,8% ellas, 23,5% ellos).
- Tratar de aislarla de sus amistades (46% ellas, 22,5% ellos).
Entre las formas más habituales de violencia en la pareja que sufren las mujeres son:
- Revisar el móvil (21,8%).
- Forzar una relación sexual no deseada (20,5%).
- Controlar toda la actividad (18,2%).
- Controlar con quién puede salir o hablar y dónde (17,2%).
- Insultar y humillar (16,7%).
Sin embargo, entre las formas de violencia que sufren los hombres en la pareja están:
- Revisar el móvil (15,4%).
- Controlar toda la actividad (11,5%).
- Tratar de que no vea a sus amistades (10,5%).
De estas formas de violencia, el 23,6% de las mujeres reconoce que ha revisado el móvil de su pareja, algo que solamente reconocen haberlo hecho un 10% de los hombres.
¿Qué es una relación tóxica?
A raíz de este informe de la FAD, en Onda Cero hemos hablado con la psicóloga Merecedes de Lucas, sobre las relaciones tóxicas, que según explica, se pueden encontrar en todos los ámbitos de la vida (laboral, amistad...) aunque especialmente suelen darse en las relaciones de pareja. De Lucas confirma que las relaciones tóxicas "no son saludables" ya que son aquellas que causan "sufrimiento, desgaste emocional o producen más malestar que bienestar". Además, incide en que este tipo de relaciones "hacen daño a ambas partes", aunque uno de los miembros de la pareja tenga el rol dominante y el otro el sumiso o complaciente.
La experta apunta que el elemento más característico es la dependencia emocional, en la que normalmente el sumiso "puede percibir al otro como imprescindible en su propia vida y por miedo a perder su aceptación o cariño, hace cualquier cosa que quiera la otra persona, aunque vaya en contra de sus intereses o de sus valores, es capaz de pagar cualquier precio por evitar el rechazo del que depende emocionalmente".
Asimismo, apunta que el miembro de la pareja que ejerce el rol dominante "utiliza el chantaje emocional, el enfado, el menosprecio o hace sentir culpable a la otra persona si no consigue de ella lo que quiere" y, además, "aporta muy poco a la relación, lo que hace muy desigual la implicación de cada uno de los dos", dice Mercedes de Lucas.
¿Cómo sabes si estás en una relación tóxica?
Los principales puntos que enumera Mercedes de Lucas para saber si estás metido en una relación tóxica son los siguientes:
- Dependencia emocional. Se considera que la propia felicidad depende de la otra persona. Las emociones de uno de los dos dependen de las reacciones del otro, aunque sean reacciones desproporcionadas e injustas, se justificarán, se le dará la razón y se tratará de complacerlo para evitar el rechazo. Por otra parte, el que tiene el rol dominante también depende del sumiso, aunque sea de una forma más sutil, pero necesita al sumiso para conseguir lo que quiere, sin él no podría vivir como vive, por eso cuando el sumiso se aleja un poco, el dominante no tarda en seducirle para que vuelva.
- Necesidad de aprobación. Cuando la seguridad en uno mismo se busca en la relación de pareja. Las relaciones pueden aportar una variedad de cosas buenas, pero la seguridad, autoestima y sentimiento de competencia, hay que encontrarlo dentro de uno mismo, a través del desarrollo personal y la autoaceptación.
- Falta de límites o límites excesivos. Mientras uno de los dos pide "sin límites", sin tener en cuenta las circunstancias del otro y exigiendo prioridad absoluta, el otro es sometido con excesivos límites, en la forma de actuar, de vestir, de la gente con la que puede relacionarse, del tiempo que dedica a cada cosa. Uno se compromete sin límites mientras que el otro pone muchos límites en su compromiso.
- Emocionalidad excesiva. No son relaciones serenas, hay muchas emociones en juego; culpabilidad, necesidad de control, desprecios, malos tratos, chantaje emocional, manipulación, enfados y reconciliaciones intensas que mantienen y justifican este tipo de relación. En resumen, hay mucho sufrimiento, aunque se actúa para evitarlo, nunca se consigue y se acaba sufriendo mucho más.
- Inestabilidad en la relación. Suelen ser relaciones tortuosas con épocas malas y épocas buenas. Esta alternancia entre momentos malos y buenos es uno de los factores mantenedores de la relación. Si todo fuera malo, la relación se extinguiría, pero como hay momentos buenos, la relación se mantiene con la esperanza de que algún día siempre sea así. Esto es lo que en psicología se llama reforzamiento variable y es el tipo de reforzamiento (no sabes cuándo vendrá ni por qué) que genera más adicciones comportamentales.
- Irracionalidad y justificación. Este tipo de relaciones suelen verse muy bien desde fuera, porque las exigencias de uno suelen ser irracionales y porque el otro lo justifica de una forma también un poco irracional. Se ven bien desde fuera, pero para los que están metidos en la relación es muy difícil verlo y suelen rechazar las sugerencias de quienes les rodean.
Mi pareja ha sido tóxico con sus anteriores parejas, ¿ha podido cambiar conmigo?
Mercedes de Lucas reconoce que aunque se dice que no hay personas tóxicas sino relaciones tóxicas, pero eso no siempre es así, ya que "hay personas que, por su forma de ser y afrontar las dificultados, suelen tener malas relaciones con los demás".
Sin embargo, sostiene que cuando hablamos de relaciones de pareja, es muy frecuente repetir el mismo tipo de patrón de relación. Por lo tanto, el que es egocéntrico y explotador, suele ser así siempre, al igual que el que tiene un papel más sumiso y complaciente tampoco suele cambiarlo.
El tóxico echa la culpa al otro de sus problemas y se lo hace creer así a la nueva pareja
Aunque la experta añade que sí es posible que "se puede madurar y cambiar comportamientos que no son adaptativos, pero para eso hay que tomar conciencia y hacer un trabajo personal muy profundo, normalmente acompañado por un psicólogo".
La psicóloga alega que "normalmente 'el tóxico' echa la culpa al otro de sus problemas y se lo hace creer así a la nueva pareja". Mientras que por el otro lado, "la nueva pareja quiere creer que en esta nueva relación va a ser distinto". Aunque la realidad es que "las relaciones las hacen las personas y que si cada uno no hace un proceso de cambio profundo de aquello que le ha llevado a tener una relación tóxica, lo normal es que se repita el patrón, con la singularidad de cada pareja, pero la misma forma de relación".
¿Es culpa mía?
Muchas veces, cuando nos encontramos ante una relación tóxica tendemos a preguntarnos de quién es la culpa de la situación. Ante esta cuestión, Mercedes de Lucas asegura que dependerá del papel que cada uno haya desempeñado en la pareja, pero dice que "lo que está claro es que para que haya una relación tóxica tienen que colaborar los dos, porque si no, no habría relación".
Es más constructivo analizar los propios errores y las conductas a corregir
De Lucas propone un trabajo de introspección, "en vez de echar la culpa al otro, que probablemente haya hecho muchas cosas mal, es mucho más constructivo analizar los propios errores y las conductas a corregir. Identificar los motivos por los que se han permitido ciertas actitudes del otro y trabajar psicológicamente para que eso no vuelva a ocurrir".
¿Están ligadas las relaciones tóxicas y la violencia de género?
Según corrobora Mercedes de Lucas, "en las relaciones tóxicas suele haber maltrato psicológico y a veces hay maltrato físico", por lo que está directamente relacionado con lo que se conoce como violencia de género, que es cuando hay maltrato en una relación de pareja.
Mercedes declara que "las relaciones tóxicas pueden darse en diferentes ámbitos de la vida y en distintos tipos de parejas, sean de distinto o del mismo género. Por lo tanto, también puede haber maltrato, independientemente del género de cada uno de los miembros de la pareja. Es verdad que el maltrato físico no suele darse en relaciones de amistad ni profesionales, es más frecuente en las familiares, sobre todo de padres a hijos y en las de pareja".
Trucos para salir de una relación tóxica
La psicóloga Mercedes de Lucas invita a pensar sobre cómo es la relación y cómo nos gustaría que fuera, ya que las personas inmersas en este tipo de relación suelen estar confusas, por eso es importante hacer un parón para reflexionar. Centrarse en "el aquí y en el ahora" y no esperar un posible futuro imaginado.
Pregúntate, ¿es este la relación que quiero?, ¿Si la relación fuera siempre como es ahora, la querría? ¿necesito pensar que la otra persona va a cambiar?
Después de la fase de reflexión viene la fase de aceptación. Es la más difícil de abordar, porque supone asumir las propias limitaciones y las de la otra persona de las que se habían creado muchas expectativas. Supone asumir que se ha vivido pensando en que en el futuro todo será mejor, sin reparar es que hoy es el futuro del pasado y que la relación sigue sin ser satisfactoria.
Querer a una persona no significa que esa persona te convenga
Es importante diferenciar la persona real de la que se supone se está enamorado de la persona imaginaria de la que se tienen tantas expectativas. También es importante tener claro que querer a una persona no significa que esa persona te convenga. Mercedes recalca que es importante asumir el error de buscar la felicidad, la plenitud o la seguridad en otra persona, en vez de en uno mismo.
Además, para conseguir salir de una relación tóxica o, para que no vuelva a ocurrir, tenemos que identificar que patrones del pasado se están repitiendo, quizá situaciones de la infancia o patrones de relación que se han visto en otros.
El último paso sería conseguir la independencia emocional. Una independencia emocional que te permita sentirte bien y construir relaciones satisfactorias en el futuro. Es muy recomendable acudir a un psicólogo, para que te ayude en este proceso de reconstrucción pues están involucradas la autoestima, las habilidades sociales, la asertividad, el miedo al rechazo. Aunque dependiendo de cada persona habrá que trabajar más unas cosas u otras.
Lo peor que puedes hacer después de salir de una relación tóxica, es iniciar otra relación sin haber pasado por este proceso de reflexión y reconstrucción
En cualquier caso, lo peor que puedes hacer después de salir de una relación tóxica, es iniciar otra relación sin haber pasado por este proceso de reflexión y reconstrucción. Porque si no aprendes la lección, la vida te la repetirá hasta que la aprendas.