Las consecuencias de la pandemia más visibles son los síntomas físicos, pero el aspecto mental también sufrió secuelas de las que cada vez sabemos más. Una investigación Facultad de Salud Pública de la Universidad de Boston (BUSPH) ha detectado que los pensamientos suicidas aumentaron sustancialmente durante la pandemia.
El estudio revela que las ideas suicidas se multiplicaron por cinco durante el comienzo de la pandemia especialmente en los hogares con bajos ingresos y las personas que vivían solas. Los científicos aportan información valiosa sobre los efectos de la pandemia en la salud mental a corto y largo plazo. Dado que las personas siguen experimentando múltiples factores de estrés relacionados con la Covid, los investigadores subrayan la necesidad de políticas y programas que proporcionen apoyo económico y social, especialmente a las poblaciones vulnerables.
"Todo el mundo sufrió las consecuencias de la angustia mental provocada por la pandemia y la crisis de desempleo, y las personas con bajos ingresos y vivienda precaria fueron las más afectadas", afirma la doctora Julia Raifman, autora principal del estudio. "Las políticas y programas que ayudan a las personas a permanecer en sus hogares y evitar dificultades económicas pueden marcar una gran diferencia en la mejora de la salud mental. También es clave garantizar la existencia de servicios y ayudas de salud mental para niños y adultos con bajos ingresos", añade.
Los pensamientos suicidas han pasado del 3,4 por ciento en 2017-2018 antes de la pandemia, al 16,3 por ciento después del inicio de la pandemia. El mayor aumento se ha registrado entre los participantes que ganan menos de 20.000 dólares. La ideación suicida también afectó al 31 por ciento de las personas que tenían problemas para pagar el alquiler, y al 25 por ciento de las personas que luchaban contra la soledad.
"Fue sorprendente que alrededor de una cuarta parte de las personas de bajos ingresos, las personas hispanas y las personas de 18 a 29 años informaron ideación suicida en 2020", dice la coautora del estudio, Catherine Ettman.
"Espero que podamos ver más investigaciones sobre cómo las políticas y programas que maximizan conjuntamente la salud y el bienestar económico", sugiere Raifman.