GENERACIÓN Z

Crece entre los jóvenes la 'quiet ambition', el movimiento que prioriza la conciliación y la vida social al sobreesfuerzo laboral

Los jóvenes quieren trabajar, pero no trabajar gratis ni hacer jornadas laborales maratonianas a cambio de una mejora en las condiciones que parece no llegar nunca.

Marta Pérez Miguel

Madrid | 29.09.2024 06:04

Crece entre los jóvenes la 'quiet ambition', el movimiento que prioriza la conciliación y la vida social al sobreesfuerzo laboral
Jóvenes trabajando en una oficina | Pixabay

"Cuantas más horas eches, más lejos llegarás", "la cultura del esfuerzo tiene su recompensa". Cada vez son más las frases relacionadas con el mundo laboral que las nuevas generaciones rechazan categóricamente porque implican una concepción del trabajo basada en "vivir para trabajar" en lugar de "trabajar para vivir".

Las jornadas maratonianas sin remunerar o renunciar al tiempo libre y la familia ya no se lleva, al menos para la Generación Z, que está empezando a visibilizar un tipo de modelo de trabajo que considera obsoleto.

El foco para ellos está puesto en el concepto 'ambición'. ¿Qué es la ambición? Depende de a qué trabajador le preguntes: para algunos puede ser el trabajar muchas horas para escalar profesionalmente y para otros, conseguir un equilibrio sano entre su vida profesional y personal.

¿Qué es la 'quiet ambition'?

Aquí entra en juego la 'quiet ambition', una tendencia que se ha popularizado en las redes sociales y a la que se suman cada vez más jóvenes. Significa 'ambición silenciosa' y desvincula el éxito en la vida del éxito en el trabajo.

Como dice una persona que lleva varios años en la misma empresa, "tú veías que nuestros padres trabajaban muchas horas y con los años progresaban. Ahora hay gente que lleva más de diez años en un trabajo cobrando lo mismo que cuando empezó".

Otra joven asegura que "los jóvenes se han dado cuenta de que trabajando seguirán siendo pobres y han entablado una relación con el mundo laboral distinta a la de sus padres en la que priorizan la flexibilidad para poder conciliar su vida profesional con la personal".

No significa "no trabajar", sino "no trabajar gratis"

Al contrario de lo que muchas personas piensan, esto no significa no trabajar o trabajar lo mínimo. Es simplemente no trabajar gratis o no hacer horas extras sin remunerar con la esperanza de que eso te lleve a conseguir un reconocimiento laboral que los jóvenes creen que no llega por mucho que se esfuercen.

"Nos han vendido la idea de que si te esforzabas y echabas horas, sería suficiente, pero no es verdad porque no tenemos una proyección de vida. Ahora no puedes casi ni pagarte un alquiler y mucho menos una vivienda en propiedad", dice una trabajadora que prefiere mantener el anonimato.

Al final, lo que desean es ir a su puesto de trabajo, hacer lo que se les pide, dar lo mejor de sí mismos, pero, al final del día, terminar su horario, salir y tener tiempo para disfrutar del tiempo libre y los suyos.

"Me quedo todos los días más de mi hora y ¿para qué? Para que a final de mes me llegue una nómina de 1.000 euros y así llevo muchos años", comenta otra trabajadora. Y otro añade: "La meritocracia no existe. La gente que asciende muchas veces no lo hace por mérito y esfuerzo. Hay muchos trabajadores con talento que no progresan en la empresa simplemente por poner límites y querer tener vida fuera del trabajo".

Rubén Amón: "Trabajar no hace libre a nadie, pero disfrutar de la vida en condiciones de bienestar, sí"

Carlos Alsina y el resto de tertulianos también abordaron el tema este viernes en 'Más de uno' poniendo de manifiesto la diferencia de encarar la vida laboral y las obligaciones laborales de las generaciones anteriores con las nuevas, que tienen una relación con el trabajo diferente. "No consideran que el trabajo sea la prioridad, ni que en torno al trabajo y las horas haya que construir el resto de tu vida, o que sea un motivo de orgullo el dedicar todas las horas del día a trabajar", aseguraba Alsina.

La tertulia de 'Más de uno' debate sobre la 'quiet ambition'

Mientras, Rubén Amón consideraba que los jóvenes equilibraban mucho más el tiempo a disposición para el ocio que el dedicado a trabajar, como si trabajar fuera un camino hacia la libertad, "trabajar no hace libre a nadie, pero disfrutar de la vida en condiciones de bienestar, sí", afirmaba.

Aunque, lo que más le preocupaba era pensar que este fenómeno que comienzan a visibilizar los jóvenes no fuera voluntario, sino forzado por las circunstancias del mercado laboral, la falta de expectativas profesionales, el desconcierto, las condiciones de la vivienda, etc.

Por su parte, Mamen Mendizábal ponía el foco en que las prioridades cambian cuando la realidad cambia: "Aquí en España, cuando durante dos décadas hemos trabajado para seguir siendo pobres. Ha habido una generación que por mucho que trabajara, seguía sin llegar a fin de mes. No es que no tengas la casa de tus sueños, es que no llegas a fin de mes. Por tanto, la decepción del trabajo no viene de una idea sobre el trabajo, viene de la realidad, de tocar tierra. Tú estudias una carrera, te dicen que si la cultura del esfuerzo, te cuentan el mismo cuento que nos han contado a nosotros para darle a la máquina, al hámster y a la rueda, pero los jóvenes de ahora han comprobado en su propia carne -y los no tan jóvenes porque también hay gente de 40 años- que no llega. ¿Cómo te vas a plantear la familia o el futuro con todo esto?".

Independientemente del motivo, el caso es que el debate ha llegado a la calle y la Generación Z ha conseguido poner el foco en un modelo laboral que es el que se ha seguido hasta ahora, pero uno que ellos no tienen intención de seguir.