El invierno y las bajas temperaturas pueden suponer un riesgo para las personas que sufren hipotermia, condición que se manifiesta cuando la temperatura es inferior a los 36 grados. Durante estos días, el invierno está manifestando su cara más dura y hasta 27 provincias están el alerta amarilla por frío.
En el caso de que una persona se exponga de manera prolongada en el tiempo a temperaturas extremas pueden aparecer síntomas como temblores, contracciones musculares o problemas respiratorios. En estos extremos, se requiere atención médica.
La temperatura corporal normal de una persona se sitúa entre los 36,1º y los 37,2º, por lo que toda variación por encima o por debajo ya alerta a nuestro cuerpo, que empieza a mostrar síntomas de no funcionar al cien por cien. Si bien, como en todo, hay límites.
Se puede hacer vida normal aunque la temperatura ambiental sea de -10ºC
Si la temperatura ambiental se sitúa por encima de los 0º, se puede llevar a cabo una vida normal abrigándose bien y sin pasar mucho tiempo en la calle. Incluso cuando las temperaturas bajan por debajo de 0ºC y hasta los -10ºC. De hecho es una temperatura habitual en muchos lugares, aunque en España no estemos tan acostumbrados.
Los problemas aparecen cuando la temperatura es inferior a los -20ºC. En estos casos, partes del cuerpo como la nariz, las manos o las orejas pueden empezar a congelarse si la exposición a estas temperaturas es muy prolongada. De hecho, según expertos de la Universidad de Roehampton, una persona solo puede aguantar 20 minutos expuesta a esa temperaturas.
Hay que empezar a preocuparse cuando la temperatura corporal es inferior a 36ºC
Cuando la temperatura corporal baja de los 36ºC hay que prestar atención, ya que es una temperatura por debajo de lo que se considera saludable y empezarían los riesgos de hipotermia. Si bien, la verdadera preocupación aparece cuando la temperatura del cuerpo llega o es inferior a 32ºC. A partir de este momento, la hipotermina se considera severa y provoca una sensación conocida como "la euforia del montañero".
Esta sensación se caracteriza porque la persona no percibe el frío, no tiembla, el cuerpo no se activa por lo que no se genera calor interno y la temperatura corporal desciende. El corazón bombea la sangre más fuerte de lo habitual hacia el cerebro, lo que puede provocar alucinaciones y pérdida de conocimiento.
Estos expertos han fijado el límite de la temperatura corporal en los 27 grados, si bien aseguran que es muy difícil que se llegue a esos niveles. El cuerpo activa sus propios mecanismos para evitar la muerte, por lo que es complicado llegar a tal extremo.