Una huelga de hambre es un método de protesta durante el cual se rechaza comer cualquier tipo de alimento sólido o líquido a excepción de la ingesta de agua para evitar la deshidratación. Tradicionalmente es un método que han empleado prisioneros para protestar por las condiciones en la prisión, lograr un cambio en las políticas o llamar la atención sobre un caso o causa específica.
Al rechazar la comida, los manifestantes ponen sus vidas en peligro, arriesgando daños permanentes a su salud y, en última instancia, la muerte.
¿Qué le pasa al cuerpo en una huelga de hambre?
El rechazo prolongado de la comida afecta a la mayoría de los órganos y sistemas en el cuerpo humano. Este comportamiento provoca debilidad muscular, vulnerabilidad a infecciones, problemas psicológicos y, finalmente, fallo orgánico. Se estima que si la persona que comienza una huelga de hambre está sano antes de comenzarla y continúa recibiendo líquidos, corre el riesgo de morir por desnutrición en un plazo de seis a ocho semanas.
Sin embargo, podría morir mucho antes, después de tres semanas si está gravemente enfermo. Si también rechaza los líquidos, la muerte puede ocurrir antes de que se cumpla una semana. Mientras que la pérdida de masa muscular puede ser significativa, la causa de la muerte es una infección o fallo multiorgánico.
Aunque las personas pueden sobrevivir varias semanas sin comida bajo ciertas condiciones, el deterioro físico y mental puede comenzar en dos o tres días. Debido a la falta de carbohidratos, el cuerpo cambia a sus reservas de grasa y proteínas y comienza a usarlas como su principal fuente de energía.
Esto conduce a la pérdida de grasa y músculo, así como a cambios en los procesos del cuerpo. Los niveles de electrolitos también disminuyen significativamente, lo que puede llevar al deterioro de varias funciones corporales.
Después de dos semanas, una persona puede experimentar mareos, debilidad, pérdida de coordinación y una frecuencia cardíaca baja. En la siguiente semana, puede sufrir pérdida de visión u otros problemas neurológicos.
Después de un mes o después de perder más del 18 por ciento del peso corporal, puede haber daño permanente en el cuerpo. La persona puede experimentar dificultad para tragar, vértigo, pérdida de audición y visión, y posible fallo orgánico.
Los problemas pueden sobrevenir incluso después de finalizar la huelga de hambre, existe el riesgo potencial de "síndrome de realimentación". Este síndrome ocurre como resultado de cambios en los fluidos y electrolitos, lo que significa que dar comida o líquidos demasiado rápido puede ser peligroso y potencialmente mortal. Puede incluir disfunción hepática, arritmia cardíaca y síntomas pulmonares, neurológicos u otros.