El acuerdo, titulado "Chile-Madrid, tiempo para la acción", se ha logrado casi dos días después de la jornada prevista para la clausura de la Conferencia (COP25) y tras unas maratonianas negociaciones que se han prolongado durante toda la madrugada.
El documento ha sido aprobado por la presidenta de la COP25, la chilena Carolina Schmidt, tras un tenso debate con Brasil que no aceptaba inicialmente dos párrafos incluidos en el acuerdo sobre océanos y uso de tierras.
El acuerdo final de la COP25 establece que los países deberán presentar en 2020 unos compromisos más ambiciosos de reducción de emisiones (las llamadas Contribuciones Nacionales Determinadas) para hacer frente a la emergencia climática.
Según el acuerdo, el conocimiento científico será "el eje principal" que debe orientar las decisiones climáticas de los países para aumentar su ambición, que debe actualizarse permanentemente de acuerdo a los avances de la ciencia. El texto recoge "el imperativo" de que la transición hacia un mundo sin emisiones sea justa e impulse la creación de empleo decente.