El pasado 3 de noviembre, los reyes de España, el presidente del Gobierno y el presidente de la Generalitat Valenciana acudieron a Paiporta para visitar una de las zonas más afectadas por la catástrofe de la Dana. La reacción de los que allí se encontraban fue de protesta al lanzar barro e increpar a las autoridades.
¿El motivo? La dejación que estaban sintiendo después de varios días percibiendo que toda la ayuda que podían haber recibido no había sido la suficiente y una visita que llegó en un momento en el que muchas familias lo habían perdido todo y estaban desconectadas de una clase política que, a su juicio, les había abandonado.
Las cuatro fases de los disturbios de Paiporta
En medio de la vorágine se vieron varias imágenes, pero una de ellas fue la más destacada: Pedro Sánchez se marchó de la zona mientras que los reyes y el presidente Carlos Mazón permanecieron hablando con los vecinos afectados.
Sobre esto escribe Arturo Pérez-Reverte en un nueva tribuna en 'El mundo' titulada 'Ser valiente es de fascistas'. En ella relata la "campaña de justificación" que los medios vinculados o simpatizantes del Gobierno narraron de lo sucedido en Paiporta desglosándola en cuatro fases:
- Incluir a los Reyes en los improperios e insultos que "en realidad no iban dirigidos a ellos".
- "Mágico escamoteo, visto y no visto, del presidente, del que no aparecían imágenes y ya ni siquiera se le mencionaba".
- El hostigamiento preparado por elementos de "extrema derecha".
- La crítica al "coraje personal" de los reyes y al "coraje de quien da la cara en vez de escudarse tras guardaespaldas".
"Ser valiente es de fascistas"
El escritor hace referencia a un artículo de Antonio Muñoz Molina en el que -aludiendo al 23F- compara la "testosterona con aquel brandy Soberano que veíamos anunciado en los televisores del paleolítico franquista" y en el que considera que "elogiarlos rebaja la dignidad o pone en duda la entereza de quienes sí se escondieron".
Para Pérez-Reverte, el error de Muñoz Molina es asociar ese valor físico y valentía "con el lado masculino de la vida", olvidando a las mujeres que a diario se ven en Valencia y que "manejan dosis de coraje y entereza que convierten a muchos hombres en tímidos muñequitos de feria".
"En cualquier caso, la idea de cobardía progre y coraje masculino y rancio no es nueva, aunque estos días vuelva a utilizarse como herramienta útil en manos de paniaguados y palmeros de la izquierda más servil", explica.
"Porque lo de Paiporta no es la primera vez, ni será la última. Ni tampoco la inefable derecha se priva de recurrir a esa estúpida falacia. De un extremo a otro del paisaje ideológico, aqueos y troyanos van a insistir en convencernos: ser pusilánime es de izquierdas y mostrar coraje es de derechas: paradójicamente, en esa estupidez van a coincidir en el futuro unos y otros; lo hacen ya, arrogándose cada cual el papel correspondiente", asegura.