Estas ventas pueden esconder productos falsificados, caducados o que no respeten, por ejemplo, la cadena del frío. Se venden entre particulares en portales o aplicaciones de ventas de segunda mano y camuflados bajo epígrafes de dietética, cosméticos o traspaso de farmacias. A estos anuncios se llega únicamente buscando directamente el nombre comercial, lo que dificulta la persecución.
Son fármacos habitualmente caros, a veces financiados por sociedades o seguros, obras de tratamiento para quien vende y la alternativa más barata para quien compra. Además, son productos sensibles, según ha contado a Onda Cero la directora de la Agencia Española de Medicamentos, Belén Crespo.
Por ley sólo puede ser sancionado quien vende el producto, pero no el comprador ni las plataformas de venta, que están exentas de responsabilidad siempre que no tengan conocimiento de lo ilícito de la actividad y, una vez lo tengan, lo retiren.