El papa Francisco posee una salud de hierro "que nunca le impidió nada", según confiesan hoy aquellos que compartieron con él algún momento de su vida y de su etapa como sacerdote y obispo del barrio porteño de Flores. "Ha estado delicado del estómago y del intestino, y tiene que guardar una dieta especial, pero ninguna de las molestias que ha tenido de salud le ha impedido hacer nada, siempre ha sido un hombre muy activo", explicó una de las feligresas de la parroquia Santa Francisca Javier Cabrini.
Pero la enfermedad que más marcó la vida del nuevo Pontífice fue una infección pulmonar que casi le llevó a la muerte en su juventud, y por la que ha tenido que vivir con un solo pulmón. "Hubo varios días de incertidumbre porque los médicos no acertaban con el diagnóstico", explica Sergio Rubín, periodista del diario 'Clarín' y autor de varios libros sobre temas religiosos.
"Al fin -dice- le detectaron una infección pulmonar que requirió un tratamiento con sondas que le provocó dolores terribles". Según Rubín, fue una monja la que consiguió calmar su sufrimiento con una sencilla frase: "Con tu dolor, estás imitando a Jesús". Desde entonces, añade, "si bien las secuelas de esa enfermedad le han obligado a administrar sus esfuerzos, nunca fue una severa restricción".