“Todo comenzó porque solía comer grandes cantidades de comida y mis amigas, constantemente, me lo repetían. En consecuencia, me di cuenta de que quizás engordaba por la cantidad de alimentos que consumía diariamente. Por este motivo, busqué consejo médico y desde 2011 empecé a subir vídeos a YouTube”, comienza explicando Andrea Colás.
Hablamos con la valenciana de 33 años. Una estudiante de medicina que, en cuestión de 70 días, ha visto crecer su cuenta en TikTok, tanto en número de seguidores como en la cantidad de reproducciones de su contenido. La razón son los vídeos que sube a esta red social sobre lo que denomina “dieta de recorte”, algo especial, con la que los usuarios y los nutricionistas se llevan las manos a la cabeza.
“Algunos dicen que lo que hago es falso, pero realmente estoy en un déficit calórico. Mi metabolismo basal es de 2000 calorías y yo mido 1,80 metros. La gente asume que soy más baja y no toma en cuenta esos factores”, denuncia la creadora de esta nueva moda. Sin embargo, María Merino, dietista, nutricionista y directora de ComiendoconMaría.com sostiene que “no se trata de una dieta sana ni de una dieta a seguir para perder peso”.
Además, la experta explica que la dieta de recorte original, conocida también como cutting diet, se diferencia bastante de la “versión inventada” de la valenciana. “Es una dieta totalmente inventada sin ningún tipo de fundamento científico. De hecho, puede incluso provocar el efecto contrario y producir un aumento de peso”, denuncia María.
De acuerdo con la nutricionista, la finalidad de la dieta de recorte original es disminuir el porcentaje de grasa corporal, especialmente después de una fase de volumen en la que el objetivo principal es ganar masa muscular, aunque generalmente con un aumento acompañante de grasa. Además, la experta sostiene que para reducir esa grasa se debe provocar déficit calórico, es decir, consumir menos calorías de las que se queman.
También, indice la especialista, esta dieta se caracteriza por tener un alto contenido en proteínas, concretamente entre 1,2 y 2,5 gramos de proteínas por kilo de peso. Las calorías restantes se dividirán entre carbohidratos y grasas. “La clave es encontrar un equilibrio que funcione para el individuo y que sea sostenible a largo plazo”, añade.
Por su parte, Alejandro Sánchez, director de Staynutri, chef, nutricionista y experto en medicina y salud hormonal femenina, alerta de que este plan de alimentación necesita un "cambio de calidad". “Resulta fundamental añadir más fruta y verdura. De esta manera, nos encontraremos mejor, tendremos mejores digestiones y optimizaremos la calidad de sueño, así como nuestro apetito sexual”, cuenta Alejandro.
No obstante, el nutricionista sostiene que, más que la falta de alimentos de calidad, encuentra una mayor preocupación en la exposición que la joven está teniendo en redes sociales, principalmente por lo que está comiendo. “Es este el motivo por el que considero que le está costando más acercarse a las frutas y a las verduras”, se sincera. “Exponerse de esta manera en redes sociales, y más cuando tienes sobrepeso, es peligroso. Porque, si lo piensas, puede ser más perjudicial para alguien recibir críticas constantes sobre sus elecciones alimenticias que la propia comida en sí”, continúa Alejandro.
“Cuando una persona delgada muestra sus hábitos alimenticios en comparación con alguien con sobrepeso es un punto crítico. La sociedad tiende a tener dobles estándares en muchas áreas, y la alimentación y la imagen corporal son sin duda una de ellas”, subraya el nutricionista, que índice en que la comida y el comer deberían ser experiencias agradables y no fuentes de ansiedad o culpa.
Impacto de la dieta de recorte en la salud
“He perdido 8,4 kilos en, aproximadamente, tres meses. Aunque no parezca mucho, puedo sentir la diferencia en mi cuerpo y mi autoestima ha mejorado. Además, mis hábitos alimenticios están cambiando gradualmente y mis periodos menstruales son ahora bastante regulares. Mi objetivo es alcanzar 80 kilos”, cuenta con alegría Andrea Colás, que pasó de pesar 90 kilos en enero de 2021 a pesar 121 kilos en junio de ese mismo año.
Sin embargo, muchos de los seguidores de la joven sostienen que todavía no ven ningún cambio físico. De acuerdo con María Merino, esto se debe a que se trata de una dieta en la que “no hay un patrón ni ninguna rigurosidad científica”. “Simplemente, quien la quiere seguir, mira unos vídeos viralizados y hace lo que esa persona expone, sin ser profesional de la nutrición y sin ser algo personalizado”, denuncia.
Alejandro Sánchez, por su parte, sostiene que otro de los riesgos de seguir esta dieta de recorte son las digestiones problemáticas, inevitables si no cuidamos nuestra alimentación. “Todo está interconectado. Ahora, con el conocimiento avanzado que tenemos, sabemos que nuestras hormonas dependen en gran medida del colesterol proveniente de las grasas buenas, como el HDL. Realmente, lo que comemos tiene un impacto significativo en todo nuestro sistema”, alerta el nutricionista.
De la misma manera, el especialista en medicina y salud hormonal femenina hace referencia a la importancia del descanso, motivo por el que “no se puede apreciar un cambio físico notable en el caso de Andrea”, sostiene. “La sensación de fatiga que experimentamos tiene mucho que ver, en gran medida, con nuestra alimentación, el ejercicio que hacemos y cómo nos sentimos en general, aunque no haya un porcentaje exacto que lo cuantifique”, añade.
La salud mental, un factor determinante en la dieta de recorte
“Si una persona no descansa adecuadamente, si se alimenta mal, si su primera idea al levantarse a las 04:00 horas es comer un plato de macarrones con queso, hay un problema subyacente. Ya sea que estos patrones estén relacionados con la salud mental o la nutrición, este no es un ámbito en el que pueda intervenir sin ayuda profesional”, destaca Alejandro Sánchez, que se pregunta por qué Andrea sigue estos hábitos.
De acuerdo con el nutricionista, las respuestas podrían abarcar desde una reciente ruptura amorosa hasta la pérdida de un ser querido, el estrés o la ansiedad. “Hay quienes, ante situaciones así, recurren a las drogas, al tabaco o a la comida en exceso, entre otros comportamientos nocivos”, cuenta Sánchez.
Situación que se da en el caso de Andrea Colás, que confiesa no mantener una relación sana con la comida. De hecho, confiesa que llegó a pasar por un periodo de anorexia en 2014, pero consiguió salir de ese ciclo. “Más tarde, cuando me quedé embarazada, mi perspectiva cambió y empecé a comer más. Lo más importante era asegurarme de que mi hijo estuviera sano”, añade.
No obstante, la estudiante de medicina sostiene que, actualmente, aquellos que siguen su dieta buscan inspiración, ya que no solo se trata de seguir una dieta específica, cuenta, sino de adaptarla a cada uno.
“No todos comen solo pollo a la plancha con verdura. Si alguien sigue mi dieta al pie de la letra, quizás tengan problemas más allá de la alimentación. Hay que considerar el factor salud mental. Las redes sociales influyen, pero hay que saber discernir. He visto mucha desinformación. En mi caso, simplemente muestro mi proceso sin promover nada”, defiende Colás.
Además, la valenciana hace hincapié en que no se deben demonizar los alimentos, especialmente los carbohidratos. “Son esenciales y nos brindan energía. Es cierto que no hay que abusar de ellos, pero tampoco eliminarlos por completo. Si lo haces, es probable que experimentes un efecto rebote”.
Efecto rebote que, de acuerdo con ambos expertos, se podría dar de igual manera en el caso de esta dieta, “completamente insostenible a largo plazo”, recalcan. “Jamás aconsejaría adoptar este tipo de alimentación”, afirma con rotundidad Alejandro Sánchez. “En lugar de cambiar drásticamente la dieta, sugiero una transición gradual. Es esencial entender las razones por las que alguien podría tener dificultades en equilibrar su dieta y hacer cambios poco a poco”, finaliza el experto.