"NIAID sigue comprometido con el desarrollo de vacunas contra el zika seguras y efectivas, y estamos encantados de comenzar las pruebas clínicas con una vacuna viva atenuada", señaló hoy en un comunicado el director de este instituto, Anthony Fauci.
Este tipo de vacunas son aquellas que tienen microorganismos vivos o debilitados previamente y cuyo propósito es provocar una respuesta defensiva del cuerpo para la prevención de ciertas enfermedades.
Actualmente no se dispone de vacunas autorizadas para la infección por el virus del zika, que se transmite principalmente a los humanos por la picadura de un mosquito infectado o puede ser contagiado a través del sexo, aunque varios centros se encuentran en diversas etapas de desarrollo.
El ensayo incluye a un total de 28 adultos sanos de entre 18 y 50 años que serán evaluados en el Centro de Investigaciones deInmunización de la Universidad Johns Hopkins en Baltimore (Maryland) y el Centro de Pruebas de Vacunas de la Universidad de Vermont.
El equipo dirigido por el científico Stephen Whitehead, del NIAID, utilizó técnicas de ingeniería genética para crear un llamado virus quimérico, creado mediante la combinación de genes de múltiples virus.
Este virus quimérico está vivo pero debilitado, por lo que no puede causar enfermedad en los receptores. Cuando se inyecta en el cuerpo, el virus debilitado debe provocar una respuesta inmune.
La primera fase del ensayo clínico analizará esta respuesta en los participantes y evaluará la seguridad de la vacuna experimental, cuyos resultados fueron "prometedores" en pruebas anteriores en monos, de acuerdo a los científicos.
Todos los participantes serán asignados aleatoriamente para recibir una sola dosis subcutánea de la vacuna experimental (20 participantes) o un placebo (ocho participantes).
Ni los participantes ni los investigadores sabrán quién está recibiendo la vacuna experimental.
Después de la vacunación, los participantes recibirán un diario para registrar su temperatura en el hogar en determinados momentos y sus muestras de sangre y otros indicadores se analizarán durante seis meses.
Los investigadores estudiarán estas muestras para ver si los participantes desarrollan o no anticuerpos en respuesta a la vacuna experimental.