Cuando este día de celebración y reivindicación se estableció hoy por primera vez en 1988, el mundo era muy diferente. A finales de los 80, "las perspectivas para las personas con VIH eran bastante sombrías", recuerda la coordinadora de Pruebas y Prevención de VIH en la OMS, Rachel Baggaley. "Los antirretrovirales aún no estaban disponibles, por lo que aunque podríamos ofrecer fármacos para infecciones oportunas, no había tratamiento específico para su VIH. Fue un momento muy triste y difícil", reconoce.
"Miedo, estigma e ignorancia". Eso es lo que para la OMS definió la epidemia de VIH que se desató en todo el mundo, matando a miles de personas que tuvieron solo unas pocas semanas o meses desde el diagnóstico hasta la muerte. A principios de esa década, antes incluso de que se identificara al VIH como la causa del sida, se pensaba que la infección solo afectaba a grupos específicos, como hombres homosexuales en países desarrollados y las personas que se inyectaban drogas.
Los doctores Françoise Barré-Sinoussi y Luc Montagnier aislaron por primera vez el virus del VIH en 1983 en el Instituto Pasteur de París. En noviembre de ese año, la OMS celebró la primera reunión para evaluar la situación mundial del sida e inició la vigilancia internacional.
A pesar de que hoy en día no exista una cura contra el sida, eso no significa que la investigación no haya avanzado mucho en poco tiempo. Los ensayos clínicos de antirretrovirales comenzaron en 1985, el mismo año en que se aprobó la primera prueba del VIH, y el primero se aprobó en 1987. En 1996, dentro de la XI Conferencia Internacional sobre el Sida en Vancouver (Canadá), se presentó el primer tratamiento realmente efectivo, y pocas semanas después del anuncio miles de personas con VIH comenzaron a tomarlo.
Sin embargo, la OMS recuerda que no todos se beneficiaron de inmediato de esta innovación que salva vidas. Debido a su alto coste, la mayoría de los países de ingresos bajos y medios no podían incorporar el tratamiento a través de su sanidad pública. La fabricación genérica de antirretrovirales no llegó hasta 2001, lo que facilitó por fin el acceso masivo y de bajo coste a los países más afectados, particularmente en el África subsahariana, donde en el año 2000 el VIH se había convertido en la principal causa de muerte.
A pesar de la "continua y sin precedentes" expansión del acceso al tratamiento del VIH a principios de la década de 2010, la OMS señala que se produjo una "creciente preocupación" de que el mundo no se estaba moviendo lo suficientemente rápido. Por eso, en 2014 se lanzaron los Objetivos '90-90-90'. Para 2020, las metas son las siguientes: el 90 por ciento de todas las personas que viven con VIH sabrán su estado de VIH; el 90 por ciento de todas las personas diagnosticadas con infección por VIH recibirán terapia antirretroviral sostenida; y el 90 por ciento de todas las personas que reciben antirretrovirales lograrán la supresión viral.
"La vida realmente ha cambiado en los últimos 30 años. Las pruebas ahora están ampliamente disponibles en la mayoría de los países, y cada vez más países ofrecen el auto-test", afirma Baggaley. Unido a los condones, que han sido una "herramienta básica" en la prevención, y los programas de reducción de daños (ajugas, jeringuillas y la terapia de sustitución de opioides) la OMS recomendó en 2015 el uso de antirretrovirales para prevenir la adquisición del VIH, conocidos como PrEP, para las personas que no tienen VIH pero que corren un riesgo importante.
"La PrEP ha contribuido a reducir las tasas de nuevas infecciones por el VIH entre hombres que tienen sexo con hombres (HSH) en algunos entornos en países de altos ingresos. Sin embargo, solo está empezando a estar disponible en los países de ingresos bajos y medianos, donde se están iniciando programas para HSH y personas transgénero en todas las regiones, así como para trabajadoras sexuales, adolescentes y mujeres jóvenes en el Este y Africa del Sur", critican.
A pesar de todo, uno de los mayores desafíos en la respuesta al sida se ha mantenido sin muchos cambios durante los últimos 30 años: el VIH afecta de manera desproporcionada a las personas en poblaciones vulnerables que a menudo están altamente marginadas y estigmatizadas. Por lo tanto, la mayoría de las nuevas infecciones y muertes por el VIH se observan en lugares donde ciertos grupos de alto riesgo permanecen desatendidos o descuidados, asegura la Organización Mundial de la Salud.
En este contexto, recuerdan que alrededor del 75 por ciento de las nuevas infecciones por el VIH fuera del África subsahariana se producen en hombres que tienen sexo con hombres, personas que se inyectan drogas, presos, trabajadoras sexuales o personas transgénero. "Estos son grupos que con frecuencia son discriminados y excluidos de los servicios de salud", argumenta el organismo.
Existe, asimismo, otro factor. El VIH continúa afectando de manera desproporcionada a los adolescentes y jóvenes en muchos países. Alrededor de un tercio de las nuevas infecciones por el VIH se dan en personas de 15 a 25 años. En casi todos los países donde el VIH afecta a muchos grupos, las mujeres jóvenes de 15 a 24 años de edad tienen entre tres y cinco veces más probabilidades de contraer a sus homólogos masculinos.
En el África subsahariana, el 71 por ciento de las nuevas infecciones se producen en adolescentes. "Es esencial escuchar las voces de las mujeres jóvenes e incluirlas en el diseño y la implementación del programa para que los servicios sean aceptables y eficaces", reclaman desde la OMS.
La OMS reconoce que el VIH "no es un virus fácil de vencer": casi un millón de personas todavía mueren cada año a causa del virus porque no saben que tienen el VIH y no reciben tratamiento o lo comienzan tarde. En 2017, 1,8 millones de personas se infectaron con VIH. Si bien el mundo se ha comprometido a terminar con el sida para 2030, las tasas de nuevas infecciones y muertes "no están disminuyendo lo suficientemente rápido como para cumplir con ese objetivo", aclaran.
"Los desafíos en los años venideros son claros: debemos llegar al 25 por ciento de las personas que tienen VIH y no lo saben, y apoyarlas para que se realicen pruebas y se adhieran bien al tratamiento. Necesitamos aumentar el acceso a la prevención: condones, circuncisión masculina médica voluntaria, reducción de daños y PrEP. Necesitamos priorizar los servicios de VIH para grupos vulnerables y de difícil acceso, como los presos, las personas que se inyectan drogas, los HSH, los transgénero y las trabajadoras sexuales. Estas poblaciones clave continúan quedándose atrás, sin beneficiarse de los enormes avances en las pruebas, la prevención y el tratamiento del VIH realizados en los últimos 30 años", resume el doctor Baggaley.
Según Naoko Yamamoto, subdirector General para la Cobertura Universal de Salud y los Sistemas de Salud de la OMS, el futuro de la respuesta al VIH también requerirá mirar más allá de la prestación de atención sanitaria, para garantizar que la respuesta a la enfermedad esté integrada en la cobertura universal. "30 años después de la primera campaña del Día Mundial de la Lucha contra el Sida, todavía no podemos estar contentos con nuestra respuesta frente al VIH", concluye el director del departamento de VIH de la OMS, Gottfried Hirnschall.