Los delincuentes gestionaban un centro de llamadas para cometer sus estafas. Alargaban las llamadas el mayor tiempo posible, hasta llegar a la media hora. Pudieron estafar, de media por víctima hasta 1.000 €.
El grupo de estafadores se hacían pasar por intermediarios de los ficheros de morosidad para eliminar los costes de las deudas, después se quedaban con el dinero y la deuda seguía existiendo. La estafa estaba tan lograda que se han registrado muy pocas denuncias debido que su apariencia era muy legal.
En total se aproxima que su beneficio supera los 4 millones de euros.