Ricardo tiene 18 años. Cuando pone su serie favorita en la televisión del salón, lo hace con el teléfono en la mano, dispositivo que consulta constantemente durante los 45 minutos que dura el capítulo. Le da igual perderse parte de la trama o ese plano secuencia en el que tanto pensó el equipo de producción de la serie. Prefiere renunciar al consumo completo de una obra para no perderse lo que sucede en otras pantallas.
Este joven representa una conducta de consumo audiovisual que ha llegado para quedarse. Todos los estudios existentes aseguran que la mayoría de los espectadores de televisión utiliza otra pantalla (teléfono, tableta u ordenador) de manera simultánea mientras ve la televisión. Por ejemplo, en España solo 3 de cada 10 personas no tienen otra experiencia audiovisual mientras ven la tele, mientras el 56,5 % reconoce que hace covisionado con el teléfono móvil, según el último estudio de Barlovento Comunicación.
En Estados Unidos, una encuesta a 59 000 personas monitorizó lo que hacemos con el teléfono móvil mientras vemos la tele. Ganó la opción de “ver aplicaciones, juegos y otros contenidos” (40 %) frente al 17 % que comprobaba el correo o utilizaba aplicaciones de mensajería y el 10 % que leía o escribía en redes sociales.
La preocupante falta de atención de lo que vemos
¿Cuántas veces miramos el teléfono móvil durante un programa que dura 30 minutos? Según un estudio británico, lo hacemos hasta en 8 ocasiones.
El FOMO (“Fear of Missing Out”, miedo a perderse algo) hace que muchos espectadores sacrifiquen la experiencia completa de su serie preferida para seguir pendientes de lo que sucede en las segundas pantallas. Si bien la televisión, en sus inicios, implicaba un consumo que atraía más atención que la radio, ahora el contenido que vemos en ella está perdiendo su monopolio a favor del covisionado.
Esta convivencia entre pantallas de manera simultánea podría ir in crescendo por varios motivos:
La tendencia apunta a que cuanto más conectados estemos, más covisionado realizaremos. Así les sucede a los usuarios de televisiones conectadas. Un estudio desveló que usan otros dispositivos durante el visionado un 21 % más que quienes no tienen ese tipo de televisiones.
Nos encontramos cada día con una audiencia más difícil de captar. La generación Z (los nacidos entre 1997 y 2012) se ha convertido en una audiencia hiperconectada y es complejo conseguir llamar su atención de manera constante y consciente: el 72,5 % de los espectadores de entre 18 y 24 años consulta el móvil. Es entonces lógico predecir que la tendencia vaya a seguir creciendo cuando esas personas sean adultas.
El consumo del vídeo en Internet sigue en ascenso exponencial cada año. Esto implica que, cada vez con mayor frecuencia, si un espectador de televisión mira el teléfono para ver los contenidos que se desglosaban en los estudios anteriores (aplicaciones, redes sociales, mensajería, etc.) aumente la probabilidad de que esté prestando atención a un vídeo diferente al que está consumiendo en televisión.
Hay estudios que aseguran que esta práctica tiene incluso beneficios. Esto se debe a que en muchas ocasiones comentamos con amigos y familiares los programas de televisión, creando un “salón virtual” para sentirnos menos solos.
¿Se deberían crear contenidos pensando en este fenómeno?
La atención dividida ha llegado para quedarse y sería relevante investigar si la industria audiovisual analiza este fenómeno a la hora de producir sus contenidos.
En este sentido, el guionista Jason Hellerman reflexionaba sobre el tema en una columna de opinión en la web No film school, en donde defendía que las plataformas de vídeo parecen apostar ahora por “historias que se puedan entender prestando solo la mitad de atención”.
Sus palabras remitían a una entrevista con la guionista, directora y productora Justine Bateman en The Hollywood Reporter. En ella, Bateman comentaba cómo algunos colegas de profesión le habían dicho que, a la hora de evaluar los guiones, las plataformas demandaban contenidos que no distrajesen demasiado a los espectadores del teléfono móvil.
En definitiva, la industria audiovisual está creando contenidos sin saber con certeza si los espectadores visualizan al completo sus obras. Solo está asegurado un alto porcentaje de atención en una sala de cine, a oscuras, sin capacidad de movimiento y donde se recomienda no usar los dispositivos móviles.
Pero no se trata de prohibir el uso de otras pantallas. Es una cuestión de actitud y de compromiso por parte del espectador si quiere disfrutar de su película o serie favorita. ¿Somos conscientes de que los móviles nos hacen “estar sin estar” con los amigos y de “ver y no ver” un filme?
Jorge Gallardo-Camacho, Director del Grado en Comunicación Audiovisual y Nuevos Medios, Universidad Camilo José Cela
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.