Las cuencas mediterráneas han sido, desde hace siglos, propensas a inundaciones provocadas por "gotas frías", lluvias torrenciales que destruyen todo a su paso, como la DANA que se ha vivido esta semana en la Comunidad Valenciana y que ha dejado casi un centenar de muertos, varios desaparecidos y miles de daños materiales.
Desde que hay registros, cuencas como la del Turia han sido protagonistas de riadas históricas, como es el caso de la riada de San Miguel (29 de septiembre), la de San Martín (11 de noviembre) o la gran riada de 1957, una de las mayores tragedias que vivió la ciudad de Valencia.
La Gran riada de 1957
El 13 y 14 de octubre de 1957 se produjo la que sin duda ha sido una de las mayores catástrofes naturales de Valencia, al menos, hasta la DANA de esta semana.
Un episodio de intensas y fuertes lluvias provocó la crecida y desbordamiento del río Turia, que atravesaba la ciudad de Valencia. En pocas horas, cayeron más de 300 litros por metro cuadrado que anegaron las calles arrastrando todo a su paso.
El balance oficial fue la destrucción casi generalizada de la ciudad y un saldo final de 81 muertos por las lluvias y riadas.
El Plan Sur, una obra faraónica para que Valencia no se inundara
A raíz de la tragedia de 1957, el Gobierno de Franco elaboró un plan de defensa que redujese los daños en la ciudad provocados por este tipo de "gotas frías". Se presentaron tres posibles soluciones:
- Solución Norte: desviar el río hacia el norte, uniéndolo al barranco de Carraixet.
- Solución Centro: mejorar el cauce urbano actual junto con la construcción de un embalse en Villamarchante.
- Solución Sur: desviar el cauce hacia el sur. Era la propuesta más costosa porque suponía excavar un nuevo trazado desde las afueras de Cuart de Poblet hasta el norte de Pinedo, cruzando por medio de la Huerta de Valencia.
Finalmente, el Gobierno optó por la Solución Sur, la más colosal. El Consejo de Ministros la aprobó el 22 de julio de 1958 y las obras comenzaron en febrero de 1965 finalizando oficialmente en 1969 y terminando los últimos coletazos y remates en 1973.
Durante el tiempo que estas duraron, se estableció que todas las cartas y paquetes postales que se remitían desde Valencia tendrían que llevar un sello adicional de Correos por valor de 25 céntimos de peseta, medida para sufragar la obra hidráulica.